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Reportaje:

El paraíso del buitre negro en el alto Lozoya

La colonia de rapaces es un ejemplar esfuerzo de conservación faunística

"Casi con toda seguridad estamos ante la colonia de buitre negro más seguida y estudiada del mundo". El director del Parque Natural de la Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara, Juan Vielva, habla así de una especie considerada en peligro de extinción en Madrid, que desde hace más de una década ofrece algunas de las mejores noticias relacionadas con la conservación de la fauna, fuente habitual de novedades en negativo.

En estas fechas tiene lugar el anillado de los pollos de buitre negro del curso alto del río Lozoya, lugar donde se asienta una colonia que a fecha de hoy roza las 100 parejas, pero que en 1973 no contabilizaba ninguna (ni aquí ni en toda la Comunidad de Madrid) y hace poco más de diez años, en 1997, llegaba a las 40. El 5% de todos los ejemplares europeos de la rapaz más grande del continente se concentra en los pinares de las laderas que descienden desde el macizo de Peñalara y la Cuerda Larga. La escalada a los pinos para coger y bajar a los pollos de cada año y proceder a anillarlos forma parte del trabajo que facilita el buen conocimiento de esta población serrana.

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El agente forestal de la Comunidad de Madrid, Juan Francisco Pedreño, se prepara con el arnés, las cuerdas y los mosquetones para ascender por un pino silvestre de 24 metros de altura hasta la copa, donde se sitúa el nido. Al poco de llegar a la base del árbol, los padres detectan su presencia y emprenden el vuelo. "No es peligroso. Todo depende de cómo te reciba el pollo y de la situación del nido, pero este está hacia un lado y no me obligará a hacer muchos equilibrios". José Francisco realiza este mismo ejercicio al menos 30 veces -30 nidos más corresponden a otro compañero- entre junio y julio, período elegido por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) para el anillado e interferir lo menos posible en la reproducción, que suele tener un índice de fracaso del 30%.

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Abajo, emboscado en un sotobosque y a la espera de que José Francisco descienda al pollo dentro de un saco, completa el trabajo el técnico de SEO/BirdLife Javier de la Puente. Prepara las anillas, pero también un peso, diversas herramientas para medir y calibrar y jeringuillas y botes de muestras para guardar la sangre que extraerá a un pequeño buitre negro de 60 días y 5,5 kilos de peso. "Todas estas tomas de datos son esenciales para conocer la salud de la colonia y comprobar la evolución poblacional, incluida la dispersión de los jóvenes. Aunque lo lógico es que se queden en la península Ibérica y realicen desplazamientos de unos 500 kilómetros, hemos tenido casos de ejemplares anillados aquí que se recogieron en Francia y hasta en Senegal". Javier habla mientras manipula a un pollo que aparenta tranquilidad y mansedumbre por fuera, pero que "por dentro tiene un nivel de estrés alto, por lo que tenemos que realizar esta operación lo más rápido posible".

El pollo, metido de nuevo en el saco, asciende hacia el nido donde se encuentra José Francisco. Cualquiera de los pinos en los que alguna vez ha nidificado una pareja de buitre negro se convierte en intocable. Javier se encarga de marcarlos con una chapa para que se cree un perímetro de seguridad en torno a ellos y no les afecten las labores de explotación de la madera que se llevan a cabo en los montes del valle alto del Lozoya. De entrada, queda terminantemente prohibido realizar corta alguna en pleno período de reproducción. La vigilancia se extiende a las diferentes modalidades de ocio que albergan estas laderas, senderismo y recogida de setas, principalmente. Para ello, De la Puente escudriña año a año cada palmo de bosque en busca de todas las parejas y se felicita especialmente cuando algún componente de las mismas lleva las anillas que hace más de diez años él mismo le colocó en sus patas. De momento lleva 96 parejas, cuatro más que en 2009.

El buitre negro es una especie habitualmente asociada a ecosistemas mediterráneos y nidifican en árboles de estos ambientes, especialmente en encinas y alcornoques. La colonia del valle alto del río Lozoya rompe con todo y se asienta en un entorno serrano.

Los primeros avances referidos a esta primavera hablan de 96 parejas, cuatro más que las del pasado 2009. ¿Cuál es el límite? "No lo sabemos realmente y es muy difícil de pronosticar, pero este ritmo de crecimiento también permite que se asienten parejas en otros puntos cercanos", resume De la Puente, que no oculta el temor a que esta población sufra la principal amenaza que les afecta en España: el uso de venenos.

SEO/BirdLIfe, que ha declarado al buitre negro Ave del Año 2010, trabaja desde 1997 en esta colonia gracias a la inversión que realiza la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid. Vielva insiste en "lo complicado y necesario" que es trabajar con la gente del entorno para que entiendan la importancia de la conservación del buitre negro, y habla con vehemencia de lo bien que vendría que se dotara de determinados servicios, como maestros y médicos, a los pueblos que no apuestan tanto por tener más urbanizaciones y carreteras, sino por conservar un entorno limpio y saludable con especies únicas.

La población madrileña de buitre negro se completa con las diez parejas situadas en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de los encinares de los ríos Alberche y Cofio y con otras dos en el entorno de la colonia del alto Lozoya. En la página de SEO/BirdLife (www.seo.org) se sigue mes a mes la evolución de la colonia de buitre negro en la ZEPA del Alto Lozoya.

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