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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | ESPAÑA-HOLANDA, GRAN FINAL DEL MUNDIAL

Un líder con enchufe

Van Bommel, yerno del seleccionador, Van Marwijk, simboliza la Holanda más sólida

El capitán es Van Bronckhorst, pero nadie lo diría. En términos de jerarquía, todos los ojos se dirigen a Van Bommel, que se desplaza por el centro del campo con aires de mariscal. Tiene ascendente en el vestuario e hilo directo con el entrenador, Van Marwijk, casado como está con su hija Andra, con la que tiene tres hijos.

Es el yerno del seleccionador y, aunque no necesitaba enchufe tras su fabulosa temporada en el Bayern, Van Marwijk lo ha recuperado para la oranje después del ostracismo que sufrió con Van Basten. Este lo llevó al Mundial de Alemania 2006, pero lo sustituyó frente a Portugal y hubo una bronca en el vestuario. Como consecuencia, lo excluyó en varias citas posteriores para la Eurocopa de Austria y Suiza, colmando la paciencia de Van Bommel, que se plantó junto a Van Nistelrooy y dijo que no volvería a la selección mientras la dirigiera Van Basten. Los dos se quejaron de que Van Basten era una persona muy difícil en el trato.

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"Van Bommel representa todos los valores de esta Holanda. Ha hecho todas las faltas inteligentes que nos hacían falta", dijo de él Frank de Boer, uno de los dos ayudantes junto a Philiph Cocu de Van Marwijk, después de que su equipo eliminara a Brasil en los cuartos de final. No es que se limite a eso, pero sí es su labor principal: frenar la fluidez del contrario desde su oficio para ocupar la zona del campo más conveniente en cada momento. Un poco más avanzado si el que le acompaña es De Jong y un poco más atrasado si el que entra es Van der Vaart, como en la segunda parte de la semifinal frente a Uruguay. Le añade un buen pase en corto y se defiende en el disparo desde fuera del área. 10 goles en 58 participaciones adornan su trayectoria con Holanda. Es uno de esos jugadores querido por los suyos y odiado por los adversarios. Sobre todo en una época en el Bayern cuando su entrenador, Ottmar Hitzfeld, le dijo: "Eres mi líder agresivo", y este se lo tomó al pie de la letra, repartiendo patadas y codazos por toda la Bundesliga.

El rey del juego sucio. Un personaje no del gusto del siguiente entrenador en el conjunto bávaro, Jürgen Klinsmann, que primero lo hizo capitán para cubrir la marcha de Kahn, pero después lo desplazó al banquillo. Van Bommel le declaró la guerra y, con la ayuda de Lahm, acabó desterrándolo de Múnich. Fue, en todo caso, el primer capitán extranjero de la historia del Bayern.

Y le iría mucho mejor con el nuevo inquilino del banquillo, Louis Van Gaal, que supo pulirlo, quitándole toda la agresividad innecesaria y respetando su jerarquía. Convirtiéndose en una especie de padrino de Schweinsteiger, aprendiz a su lado del oficio de medio centro. Formando una pareja muy sólida que les condujo al triplete en Alemania y a la final de la Champions perdida frente al Inter. Van Gaal, precisamente, ha sido un entrenador invisible en este Mundial, agradecidos a él algunos de los futbolistas con mayor rendimiento en el torneo: Van Bommel, Robben, Müller, Lahm y Schweinsteiger.

Natural de Mabaabracht, Van Bommel, de 33 años, es un tipo reservado y fiable, respetado en el vestuario. Jugó en el Fortuna Sittard antes de que el PSV se fijara en él. Allí pasó seis temporadas y ganó tres Ligas formando pareja con el internacional suizo Johann Vogel. Fue mejor jugador holandés en 2001 y 2005, reclamando la atención del Barça de Frank Rijkaard. Llegó gratis al Barça, su equipo preferido desde niño. Le hizo tanta ilusión el traspaso que se pasó un verano aprendiendo español en un convento de Eindhoven.

En España no dejó huella. Jugó 36 partidos y tuvo demasiada competencia con Xavi, Iniesta, Motta, Deco y Edmilson. Y a pesar de conquistar la Liga y de disputar de titular la final de la Champions que el Barça le ganó al Arsenal en 2006 en París, el club catalán facilitó su marcha.

Jugador del año esa temporada en el Bayern por delante de Makaay y de Scholl, el técnico, Felix Magath, creyó que había encontrado el sustituto del carismático Effenberg. No llegó a tanto, pero sí fue ocupando el corazón de la hinchada bávara, que lo considera el líder indiscutible. Se lo ha ganado también fuera del campo, donde se expresa en un magnífico alemán y es el más político de los futbolistas del Bayern. Todo ese liderazgo estará a prueba el domingo en la final. Ante la prodigiosa banda de los centrocampistas españoles, entre ellos sus ex compañeros azulgrana Xavi e Iniesta y el otro que estaba viniendo, Busquets.

Van Bommel controla el balón durante el partido ante Uruguay.
Van Bommel controla el balón durante el partido ante Uruguay.GETTY

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