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Cómo se hacen los exámenes en España

Íñigo de Barrón

En la banca española existen tres tipos de pruebas de esfuerzo: los que se hace cada entidad a sí misma, las del Banco de España y, en el caso de las grandes entidades, las del Comité Europeo de Supervisores Bancarios (CESB). Ese examen solo afecta a las entidades sistémicas internacionales -las que pueden provocar un colapso en la economía si quiebran-. En España son Santander y BBVA.

"No es una fórmula mágica, pero es una manera de anticiparte a los problemas que puedan llegar en el futuro; por eso en los momentos de incertidumbre se ponen de moda", comenta el ejecutivo de un gran banco español. Según un responsable del sector, estas pruebas se realizan sobre los principales parámetros económicos que influyen en la marcha de una entidad. Entre ellos están el desempleo; la evolución de los tipos de interés de los créditos; la evolución de los tipos de los depósitos; el índice de precios de consumo; la deuda soberana; el precio del petróleo; el tipo de cambio entre el euro y el dólar; el déficit público; el déficit por cuenta corriente (la diferencia entre exportaciones e importaciones); el precio de la vivienda, y la evolución de los mercados de financiación mayoristas.

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Con estos parámetros, cada entidad dibuja tres escenarios posibles: evolución positiva de la economía; caída severa del ciclo y fuerte crisis. Mediante parámetros de matemática financiera, se analiza su comportamiento en estas situaciones. Los exámenes traducen los impactos que les suponen los diferentes ciclos en el capital, que es lo que marca la solvencia. La entidad debe presentar niveles adecuados de asignación de capital para cubrir pérdidas potenciales ocasionadas en los tres escenarios. Esos cálculos se concretan en una cifra de capital que puede ir desde el 8% o el 9% en los mejores casos, hasta el 4% o 5% en los más apurados.

En las pruebas de esfuerzo realizadas por la entidad, ésta debe comunicar al supervisor cuál cree que es el rating o calificación de riesgo que le correspondería con su solvencia. Si es adecuado para el tipo de negocio que realiza (no es lo mismo tener presencia internacional que estar solo en España o tener un negocio local) no tendrá problemas. Si la entidad prevé que puede perder nota de solvencia y eso le encarecerá su financiación, debe presentar medidas para elevar el capital.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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