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"Hablar conmigo estaba prohibido"

El suyo parece más el argumento de una película de terror que el relato de siete años de sufrimiento real. G.L (iniciales ficticias) atestigua su historia con un abultado dossier repleto de grabaciones en CD, documentos escritos y peritajes independientes en los que se refleja que entre 2007 y 2010 fue víctima del acoso laboral.

"Todo empezó el día en que me negué a firmar un documento que me rebajaba de categoría profesional. A partir de ese momento el acoso fue en aumento y empeoró cuando testifiqué a favor de un compañero en un caso de despido". Eso dio la puntilla. "Me pusieron a limpiar los baños con un cuchillo mientras una supervisora controlaba de cerca todo mi trabajo. A veces hasta el jefe se sumaba a los controles".

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La crisis dispara el acoso laboral

Las vejaciones llegaron al extremo de empapelar el suelo con escritos suyos para que luego los fregase, someterla a escarnio público o prohibir al resto de empleados que se relacionasen con ella. "Mis compañeros tenían prohibido dirigirme la palabra y llamaban la atención a quien lo hacía". Con todo, el episodio más cruel tuvo lugar en mitad de una crisis de ansiedad: "No era capaz de responder ni moverme y ellos aprovecharon mi estado para subirme atada a un autobús. Estuve dando vueltas hasta que mi hijo vino a recogerme".

La falta de apoyo por parte de Inspección de Trabajo, sin embargo, fue lo que más le disgustó. "Di parte a la Inspección pidiendo que mantuviesen mi anonimato y después de su visita la situación empeoró. Luego me enteré de que no habían respetado mi petición". Tras varias denuncias con sentencia en contra y recursos, su caso sigue en los juzgados .

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