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Reportaje:EL PADRINO FRANCIS FORD COPPOLA

El mejor equipo de la historia

1. EL PADRINO Francis Ford Coppola

El mejor equipo de la historia

Por Agustín Díaz Yanes

El Padrino comienza con una frase memorable -"Creo en América"- y termina con la majestuosa secuencia en la que el gordo Clemenza besa la mano a Michael Corleone en señal de respeto. Entre medias, frases y secuencias igualmente memorables que hoy son patrimonio de la humanidad.

Amada por el público desde el mismo día de su estreno, tiene entre sus infinitas virtudes el haber desplazado del primer puesto de la lista a Ciudadano Kane, esa película que "no es inteligente, es genial. En el sentido más nocturno y alemán de esa mala palabra" (Borges).

Es una película de hombres que hablan, andan, fuman, comen y matan con gran elegancia y verosimilitud, casi siempre en habitaciones que funcionan como antesalas del espíritu. También nos muestra cómo los pobres se organizan para defenderse de los ricos. Aunque, como ha ocurrido a lo largo de la historia, sea matando a otros pobres.

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Hace unos años, otro artista tan genial como Coppola, Antonio Chenel Antoñete, dijo: "La colocación es imprescindible, en el toro y en la vida. Hasta para tomarse una cerveza hay que estar colocado". La colocación de Coppola fue impecable. Eligió el mejor casting de la historia, incluidos los figurantes. Se rodeó del mejor equipo de colaboradores posible, encabezados por Mario Puzo, y supo unir dos grandes tradiciones cinematográficas: la clásica americana (Ford, Penn, Kazan) y el neorrealismo italiano (Rossellini,Visconti).

Y sin embargo, tuvo que agarrarse a la barra para aguantar los empujones. Los productores odiaban a Brando y despreciaban a Al Pacino. Coppola estuvo varias veces a punto de ser despedido. Resistió y logró hacer una obra a la altura de Macbeth o de El rey Lear. A su resistencia le debemos gratitud eterna. Sin El Padrino no existirían películas como Uno de los nuestros o series como Los Soprano.

Vista hoy, por enésima vez, mantiene intacta toda su grandeza. Pero su visión le llena a uno de una gran melancolía. Después de El Padrino -con la excepción de Scorsese, Cimino y Spielberg- todo ha sido una lenta, inexorable y terrible decadencia.

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