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Más de 13 años para un taxista por violación

Gustavo Adolfo Sarriá, taxista en Valencia, ha sido condenado a 13 años y seis meses de prisión por la violación de una joven finlandesa a la que recogió como pasajera una madrugada en Valencia. Así lo ha decidido la sección cuarta de la Audiencia de Valencia.

En la madrugada del 22 de junio de 2009, Gustavo Adolfo Sarriá, de origen colombiano, de 45 años, circulaba con el taxi que conducía por el centro de Valencia. A las 4.15 dos chicas le pararon en la calle de La Paz. Una de ellas le indicó el lugar al que debía llevar a su amiga, de 18 años, que había venido a visitarla, y que no hablaba español. Le preguntó varias veces si sabía dónde estaba la calle de La Lonja, donde estaba el hostal. Y él dijo que sí. Inició la marcha. Vio que la joven, que había bebido varias copas, se adormiló en el asiento de atrás y enfiló en dirección contraria. Llegó hasta un lugar indeterminado, cercano al mar. Paró el coche, cerró por dentro, pasó al asiento trasero y cuando la estaba tocando e intentaba penetrarla, la chica se despertó. Trató de zafarse pero él le pegó dos puñetazos. Así consta en el relato de hechos del fallo judicial. La violó. Le rompió el móvil para que no pidiera auxilio. Y la echó del coche. Ella se quedó en un lugar desconocido, deambuló hasta llegar a un almacén en la carretera de Pinedo, en el que un hombre la socorrió, llamó a la policía y una ambulancia la trasladó al hospital General. Ingresó con erosiones en distintas partes del cuerpo y con restos de semen en su vagina. El ADN confirmó la versión de la víctima. Fue él quien la violó. Horas después, la víctima presentó denuncia.

El juicio se celebró el pasado 29 de junio. Fue entonces cuando él declaró por primera vez. Se había negado antes a hacerlo ante la policía y ante el juzgado de Instrucción. Fue "una larga disertación haciendo uso de una fabulación totalmente inaceptable e inverosímil, contraria tanto a la declaración de la víctima como de los testigos e informes médicos y analíticos obrantes en los autos", según el tribunal. Y añade la sala, "pretendió justificar su actuación diciendo que nada más ponerse en marcha el vehículo la ocupante se despertó, que fue ella quien le excitó, que no le quitó la ropa, que fue ella la que se fue enfadada porque no la penetró".

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