_
_
_
_
_
Reportaje:Natación

Baño de oro para Enhamed

Ciego desde los ocho años, el canario de origen saharaui encuentra en la piscina un motivo para ser feliz

Aunque bajó la cabeza para mirar sus medallas, Enhamed Enhamed no pudo verlas. Este nadador canario de origen saharaui perdió la vista a los ocho años mientras jugaba en casa con su hermano, pero encontró en el deporte y, en concreto, en la natación una forma de motivarse y ser feliz. Ahora, a los 22 años, cuelgan de su cuello las 16 medallas de oro que ganó entre los Mundiales Paralímpicos de Brasil 2007, los Juegos de Pekín 2008 y la semana pasada en los Mundiales de Eindhoven. Todas en los 50, los 100 y los 400 metros libre y en los 100 metros mariposa.

"Fue duro", confiesa cuando recuerda el momento en que perdió la vista por un desprendimiento de retina que ya le habían anunciado. "El médico me había dicho que evitara movimientos bruscos, saltos y carreras. Pero era un niño y estaba jugando con mi hermano. Me tumbé. Y, de pronto, al levantar la cabeza no veía absolutamente nada. Me froté los ojos, creí que era algo pasajero, un momento... Pero no". Enhamed llamó a su madre y entonces, ante el lamento de su progenitora, intuyó la dimensión de lo que estaba ocurriendo.

Desde 2007 suma 22 medallas entre Juegos y Mundiales en libre y mariposa
Más información
El submarino de Gainesville

Nunca más volvió a ver. "Sabía que eso podía ocurrir y que no había solución", confiesa con frialdad. Sus padres decidieron mandarle a un colegio de la ONCE en Madrid. En él entró en contacto con el deporte. "Empecé a nadar como actividad extraescolar", cuenta, "y fue un hallazgo crucial porque no solo me amplió el horizonte, sino que también se convirtió en un reto personal. Aprendí muchas cosas: la autodisciplina, la exigencia, la necesidad de trabajar. Y a disfrutar de todo ello, algo esencial para ser feliz".

Enhamed no se planteó seriamente competir en la natación hasta los 14 años, ya de vuelta a Canarias. Pero, cuando Olivier Rivero cogió las riendas de su carrera, comenzó a pensar que todo era posible. "Entonces me entrené con un objetivo, los Juegos de Atenas 2004". Tuvo que aprender muchas cosas. La perspectiva era otra si tenía que competir: "Había algunas cuestiones técnicas que requerían mucho entrenamiento. Si eres ciego, necesitas que tu entrenador [le llaman palero] te golpee en la cabeza con un palo para avisarte de que te quedan dos metros antes del giro. Hay que ser muy preciso. Más de una vez me he estrellado contra la pared".

Superados los aspectos técnicos, quedaba la dificultad táctica de discernir lo que ocurría a su alrededor durante la competición. "Eso es imposible", confiesa; "en realidad, la carrera te la montas en tu cabeza. Te imaginas cosas que no son. Piensas una estrategia, pero a veces no aciertas porque crees que vas primero y no es verdad. No sabes cómo vas". En los Mundiales de Sudáfrica 2006, en los 100 metros libre, estaba convencido de que iba a ganar, tuvo que conformarse con el bronce y casi lo pierde.

Sin embargo, en los Mundiales de Brasil 2007 comenzó a vislumbrarse su potencial real: fue el mejor en sus cuatro pruebas y comenzó a lograr récords mundiales y europeos. "Ahora, el objetivo es mantener el nivel hasta los Juegos de Londres 2012", concluye; "hacerme con el récord en los 400 metros libre y bajar del minuto en los 100 mariposa". Enhamed sabe que hay cosas que nunca podrá hacer, pero ser ciego no destruirá su vida.

Enhamed Enhamed, en una sesión preparatoria.
Enhamed Enhamed, en una sesión preparatoria.EFE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_