Lanzar al niño por un tobogán o ir al 'Rastro de los juguetes'
La Gran Vía no es una calle especialmente adecuada para los niños, y menos cuando cae el sol. La Noche en Blanco puede ser un buen momento para hacer una excepción. A partir de las nueve de la noche, entre la plaza de Callao y la calle de Montera, estará abierto un peculiar parque de atracciones ideado por el colectivo de arquitectos Zuloark: toboganes, dos columpios de siete metros, una grúa que subirá a nueve metros como un columpio una rueda de tractor y dos subibajas de 13 metros de ancho.
Otra opción: mercadeo de juguetes en el Matadero (paseo de la Chopera, 14), pero sin dinero ni intereses de por medio. De nueve a doce de la noche, este centro cultural será sede de La noche de los niños, un bazar para que los chiquillos intercambien juguetes gratis, uno por otro. Lo organiza el estudio de arquitectura Ecosistema Urbano.
En la plaza de Colón se formará un lío colectivo de piernas. Habrá una lona de 125 metros cuadrados con 900 círculos de colores. Más de 200 personas podrán entrar a participar en el juego que ordenará un locutor, cambiar de círculo pies y manos en función del color que marque una ruleta. Swister, se llama la actividad. De diez de la noche a tres de la madrugada.
Y hay sitio para los libros. El Instituto Iberoamericano de Finlandia (calle de Caracas, 23) monta de nueve a doce de la noche un bingo de personajes de la literatura nórdica. Un acierto, una golosina. ¿Quién cantará a Pippi Calzaslargas?
