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Reportaje:El futuro de la educación superior en Galicia

Educación prepara un decreto para regular la creación de nuevos grados universitarios

La universidad gallega lucha contra la titulitis

Hubo un tiempo en que la universidad gallega adoleció de titulitis. Esa "valoración desmesurada de los títulos y certificados de estudios como garantía de los conocimientos de alguien" -así lo define la RAE- que algunos señalan como uno de los problemas del mercado laboral español, fue también una de las características de la enseñanza superior cuando se crearon las universidades de A Coruña y Vigo. Los localismos, la explosión demográfica, una enorme demanda combinada con suficiente oferta docente provocó una duplicidad de títulos poco operativa, que el Sistema Universitario Galego (SUG) todavía arrastra. Las tres instituciones tratan de reconducirlo, la Xunta lo alienta y el plan Bolonia es una excelente oportunidad para hacerlo.

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El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que así se llama oficialmente, transforma las licenciaturas, ingenierías, diplomaturas antiguas en grados. Y estos títulos no son tan rígidos como los anteriores, las enseñanzas están más abiertas y se complementan con másteres especializados. Por eso, sin necesidad de eliminar enseñanzas -que también, se han reducido un 10%-, los diferentes campus pueden aprovechar las duplicidades para conducir las titulaciones hacia unas características específicas que los hagan diferentes del resto de la comunidad.

Este es el objetivo del SUG desde 2007, cuando se aprobaron las Líneas generales para la implantación de los estudios de grado y posgrado. En los casos de duplicidades, establecía que "podrían considerarse itinerarios diferenciados [...] siempre y cuando exista acuerdo de las instituciones implicadas tomando como base los alumnos matriculados y procurando diferenciar los contenidos de las nuevas titulaciones al máximo".

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Tres años después, la implantación de Bolonia ha concluido en los primeros cursos, aunque todavía conviven nuevas y viejas titulaciones a partir de segundo. Los objetivos de 2007 no siempre se cumplieron y la Consellería de Educación prepara un decreto que regule los parámetros para crear y suprimir titulaciones. La semana pasada, recibió sugerencias de las universidades para ir dándole forma a la nueva norma, que muy probablemente verá la luz a finales de este año.

"La idea de la Xunta es adaptar la oferta a la sociedad y la demanda", explica José Luis Tato, jefe del SUG. "El proceso de transformación implicaba adaptar lo que ya había. El nuevo decreto tratará de regular nuevas titulaciones. Tendrán que someterse a un plan de viabilidad y durante un periodo de tiempo deben demostrar que pueden impartirse en condiciones razonables. Pasarán por un proceso de revisión de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario y, si no cumplen ciertos requisitos, tendrán que extinguirse", añade Tato.

La vicerrectora de organización académica de la Universidade de Vigo, Margarita Estévez, explica las sugerencias que ha hecho su centro: "Que la excelencia y la calidad académica deben ser el criterio básico, junto a la demanda en el entorno social. No deberíamos tener tanto en cuenta los números fríos de estudiantes que van a asegurar matrícula y sí analizar tendencias. Aunque un título empiece con pocos estudiantes, puede consolidarse por su calidad, infraestructuras y profesorado".

En cuanto a las duplicidades, aunque está de acuerdo en que en ocasiones hay que evitarlas, Estévez también señala que en otros casos son necesarias. Pone el ejemplo de enfermería, que está presente en los siete campus de Galicia. "Sería impensable un gran centro único. Las escuelas, por su propia naturaleza, tienen que estar en varios sitios, cerca de grandes hospitales públicos".

El rector de Santiago, Juan José Casares Long, se manifiesta en el mismo sentido: "Las duplicidades no son ni buenas ni malas, dependen del caso. Nadie protestará porque derecho o informática se impartan en las tres universidades. Es cierto que algunas son innecesarias, fruto de presiones localistas, de transformaciones de antiguos primeros ciclos de colegios universitarios en titulaciones completas. Eso es un hecho histórico que hay que reconducir. Con los localismos, lo que hay que hacer es no repetirlos. Poco a poco van resolviéndose y con los grados comenzamos a reconducir la situación".

Los dirigentes de las universidades se muestran diplomáticos y no quieren señalar directamente algunos casos que están en mente de todos, como es la petición de la Universidade da Coruña de una facultad de medicina. Sí es más directo Santiago Lago, profesor de Vigo: "Duplicar medicina es absurdo, pero puede haber otros ejemplos, como una arquitectura en Vigo o un turismo en Santiago. No hay nadie serio y riguroso que lo defienda. Son más bien tentaciones localistas". En opinión de Lago "es comprensible lo que sucedió en el pasado", pero cree que esas duplicidades no ocurrirían hoy, cuando "frente al localismo hay discursos globales de cooperación entre universidades".

También es más crítico un antiguo miembro de uno de los equipos directivos que han cesado este verano -hubo relevos en Vigo y Santiago-, que prefiere permanecer en el anonimato: "Las duplicidades son sin duda uno de los problemas del SUG. Por la dimensión de Santiago, parecía razonable crear nuevas universidades, no es ningún disparate. Lo que pasa es que las nuevas han replicado en buena medida lo que ya había. Eso es una clara fuente de ineficiencia".

Esa ineficiencia se da, por ejemplo, en los nuevos másteres, según Ana Tarrío, vicerrectora de Organización Académica de la Universidade da Coruña. "Se imparten en Galicia alrededor de 200 y no hay alumnos para todos ellos. Con calma hay que mirar qué reestructuración se puede hacer". Ésa es una de las sugerencias que su universidad ha hecho a la Consellería de Educación para el nuevo decreto. "Hay también cosas con las que no estamos de acuerdo, como la necesidad de tener financiamiento externo garantizado. Se intenta transmitir a la sociedad que la universidad tiene que estar al servicio del empresario y tampoco es eso. Somos instituciones públicas con unos objetivos y una misión. Está bien que nos preocupemos de qué interesa al mercado, pero hay otras cuestiones, no somos academias. Debemos tener títulos en todas las ramas del conocimiento", añade.

Todo para ser más eficientes y más útiles a la sociedad. Con el mismo objetivo y precisamente para corregir los fallos del pasado y aprovechar nuevas potencialidades en el futuro, las tres universidades gallegas firmaron el pasado mayo un acuerdo de colaboración. Con él se pretendía, sin fusionar las universidades, que hubiese un fácil intercambio de profesores, uso de infraestructuras y creación de títulos comunes. Cada una debería liderar su especialidad -Santiago, ciencias de la vida; Vigo, del mar; y A Coruña, construcción- sin competir con las demás, sino sumando.

Sobre la forma de compartir recursos abunda el antiguo directivo. "Hay que apostar por grandes infraestructuras de investigación. Son muy costosas y, si se diversifica demasiado, estaremos en segunda división. Si las inversiones no son coparticipadas por varias universidades, la Administración y las empresas que se puedan beneficiar de la investigación, o no se llevarán a cabo o se estarán probablemente invirtiendo mal los recursos", sentencia.

La segregación para evitar una institución "ingobernable"

Cuando Aniceto Núñez llegó a su despacho de la Consellería de Cultura, en 1987, durante el tripartito, se encontró con un informe sobre la universidad gallega que había encargado hacía años una predecesora. Aportaba dos conclusiones: que la vida universitaria se estaba "alterando seriamente" con una universidad tan grande y dispersa -por entonces sólo existía la de Santiago con campus en Vigo, A Coruña, Pontevedra, Ourense y Lugo- y que en unos años se llegaría a 80.000 estudiantes, algo "ingobernable".

"Estudié la situación y vi que A Coruña y Vigo eran las únicas ciudades de alrededor de 300.000 habitantes que no contaban con universidad", relata Núñez. Fue entonces cuando se puso manos a la obra para crear una ley que segregase los centros de estas ciudades, que se aprobó por unanimidad de todo el Parlamento gallego en 1988.

"Fue la decisión más importante de los últimos años", recalca Fernando González Laxe, por entonces presidente de la Xunta. Él y quien en aquel gobierno era su conselleiro recuerdan que el proyecto de ley las nombraba como Universidad del Sur de Galicia y Universidad del Norte, para no crear susceptibilidades en otras ciudades. "Había que ir poco a poco para no generar conflicto", apunta Laxe.

El problema de la nomenclatura se superó, igual que se hizo con los terrenos: en Vigo los cedió Caixanova y en A Coruña, la condesa de Fenosa. También se resolvieron otros que planteaban políticos y profesores de todo signo.

Cuando echan la vista atrás, ambos se muestran satisfechos. Aniceto Núñez, sin embargo, les reprocha el camino que tomaron: "Las duplicidades no tienen sentido. El ánimo de llevar determinados profesores o catedráticos y montar estudios para ellos es dañino. Cuando veo a los rectores les recomiendo que profundicen en sus especializaciones. Hay especialidades donde no llegan a ocho alumnos. Es más barato pagarles estudios en Oxford que mantenerlas".

El nuevo mapa de títulos

- Grados. Con el nuevo sistema del Espacio Europeo de Educación Superior, el Sistema Universitario Galego (SUG) baja su oferta de 163 licenciaturas, diplomaturas, ingenierías y arquitecturas a 148 grados, alrededor de un 10% menos.

- Diversidad. Aunque con Bolonia es más difícil establecer qué carreras están repetidas y cuáles no, ya que algunas coinciden en una gran parte y se diferencian en algunas materias, hay netamente diferenciados 89 grados diferentes en el SUG.

- Másteres. Las tres universidades de Galicia ofrecen unos 200 másteres. Para impartirlos, tiene que haber un mínimo de 20 alumnos matriculados.

- Doctorados. En el SUG hay alrededor de 150 doctorados.

- Mínimo.. Para evitar que haya menos de 25 alumnos por aula, algunos títulos se han remodelado y unificado. En Vigo, por ejemplo, las filologías se agrupan en dos grados: de lenguas extranjeras y estudios de gallego y español. En Santiago también desaparecen las filologías y se convierten en dos grados de lengua y literatura. En A Coruña, pasan a ser grados en inglés y gallego-portugués. De esta forma, se quieren evitar las duplicidades que anteriormente había con estas titulaciones, presentes en las tres universidades gallegas.

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