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El conflicto de Oriente Próximo

El futuro de las colonias siembra la división en el partido de Netanyahu

El primer ministro se escuda en una fiesta judía para no debatir el fin de la moratoria

Enric González

La tensión se elevó anoche en Cisjordania, minutos antes de que expirara la moratoria, con un atentado cerca de Hebrón. Un matrimonio israelí que viajaba en coche fue tiroteado desde otro vehículo; ambas personas sufrieron heridas en las piernas y la mujer, embarazada de nueve meses, dio a luz en el hospital en el que era atendida. En la misma zona, militantes de Hamás asesinaron a cuatro colonos el pasado 31 de agosto.

La noticia del atentado enardeció a los colonos, dispuestos a empezar a construir en los próximos días. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, fue sin embargo muy claro en su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: dijo que Israel debía elegir entre paz y asentamientos. Y hasta ayer mismo insistió en que si no se renovaba la moratoria, y los colonos seguían ampliando la ocupación, no tenía sentido negociar. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, respaldó de forma inequívoca la posición de Abbas.

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Abbas matizó, sin embargo, que no abandonaría automáticamente las negociaciones, sino que consultaría con el resto de los dirigentes de la OLP y con mandatarios árabes. Anoche anunció que había pedido una reunión urgente de la Liga Árabe, con el fin de evaluar la viabilidad del proceso de paz ante la expiración de la moratoria. Por otra parte, aseguró que un fracaso del proceso de paz no conduciría, esta vez, a un estallido de violencia. "Ya probamos con la Intifada y nos hizo mucho daño", declaró al diario árabe londinense Al Hayat.

Abbas viajó a París para entrevistarse hoy con el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Pero el jefe del equipo negociador palestino, Saeb Erekat, permaneció en Nueva York tras la asamblea de la ONU. La diplomacia estadounidense seguía presionando a ambas partes para que mantuvieran con vida el proceso e intentaba convencer al Gobierno israelí de que buscara una fórmula para mantener, por vía indirecta, una moratoria oficiosa sobre la extensión de los asentamientos.

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Benyamín Netanyahu mantuvo silencio durante toda la jornada y no convocó el habitual Consejo de Ministros del domingo, para no tener que hacer comentarios sobre la moratoria. Esperó hasta unos minutos después de que esta expirara, a medianoche, para emitir un comunicado en el que se declaró dispuesto a trabajar para conseguir "la continuación de las negociaciones de paz" y urgió a Abbas a seguir con el proceso.

Tensión en el Gobierno

La posición de Netanyahu no era cómoda, ya que los colonos (unos 500.000 entre Jerusalén oriental y el resto de Cisjordania) constituían una parte importante de su electorado y su mayoría parlamentaria dependía de los partidos ultranacionalistas, enemigos de la creación de un Estado palestino. Por el otro flanco, el moderado, los laboristas insinuaban que podrían abandonar la coalición gubernamental si no se renovaba la moratoria.

Las dudas podrían prolongarse varios días. Fuentes cercanas al equipo negociador palestino señalaron que, en términos legales, la moratoria podía considerarse vigente hasta el día 30, y añadieron que con moratoria o sin moratoria la Administración Civil, el organismo israelí que rige los territorios ocupados, era quien autorizaba o prohibía cualquier construcción en Cisjordania, sin necesidad de dar explicaciones.

No parecía fácil, sin embargo, que los aguerridos colonos se resignaran a sufrir nuevas restricciones. Para ellos, los 10 meses de moratoria (pese a que en ella siguieron construyéndose los edificios iniciados previamente y siguieron expandiéndose las zonas judías en Jerusalén oriental) fueron una afrenta casi intolerable. Los discursos que se escucharon en los asentamientos, donde las fiestas se celebraron entre hormigoneras y excavadoras, no dejaban dudas sobre la inflamación de los ánimos. Fueron invocados los sufrimientos históricos del pueblo judío, la Biblia, la supuesta fe islámica de Barack Obama y la condición de "pecado gravísimo" de la moratoria para exigir que la colonización se reanudara a toda prisa. "Hussein Obama, la tierra de Israel pertenece al pueblo de Israel", gritó Gershon Mesika, presidente del Consejo Regional de Samaria, en la colonia de Kiryat Netafim, obviando el primer nombre del mandatario estadounidense, al que detestan.

Un diputado del Likud, Danny Danon, dijo que el Gobierno tenía que "pedir perdón" a los colonos por haberles tratado durante 10 meses como "ciudadanos de segunda clase". Más de 80 autobuses con militantes del Likud acudieron al asentamiento de Revava, para exigir a Netanyahu que no cediera a las presiones internacionales y dejara de "torturar" a los colonos.

Colonos israelíes, ayer en una nueva obra en el asentamiento de Kiryat Netafim.
Colonos israelíes, ayer en una nueva obra en el asentamiento de Kiryat Netafim.EFE

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