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Una jornada con los protagonistas | Primera huelga general contra Zapatero

Un gallego en calma

Toxo vive con tranquilidad el día de huelga

Manuel V. Gómez

Ignacio Fernández Toxo empieza la huelga general con una alegría. Serena, calmada. Eso sí. Ve "mucha gente joven" entre quienes van a integrar los piquetes. Lo repetirá varias veces en conversaciones coloquiales a lo largo del día. En todas transmite calma, tranquilidad, prudencia a unos compañeros que en muchos casos se dejan llevar por la alegría -casi euforia, a primera hora- o el enfado cuando se sabe de incidentes y disturbios.

Tras el discurso que ha dado en la Puerta del Sol, ha ido andando entre saludos y abrazos a decenas de compañeros a la sede regional de CC OO en Madrid para arengar a los piqueteros. Su arenga es corta. "Voy a cuidarme la voz porque mañana el día será largo", justifica. Sí, con calma. La huelga no ha empezado aún. Son las diez de la noche del martes.

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El discurso es breve, pero en él ya cuela la idea que manejará todo el día: rectificación. Sabe que uno de los argumentos que más se han usado contra la huelga es que la reforma laboral ya ha sido aprobada y quiere contrarrestarlo. "Una ley se cambia con otra", sentenciará luego ante la prensa. Una hora después de hablar a los piqueteros, Toxo llega a la sede confederal de CC OO. Sentado al lado de su secretaria, María José, que cuidará de él durante todo el día, cena con los trabajadores y dirigentes del sindicato que recopilarán la información sobre el seguimiento de la huelga durante la noche. Se acuerda del presidente de CEOE. Está agradecido por su "colaboración" en los últimos días. Cree que los ataques de Gerardo Díaz Ferrán a los piquetes han calentado la huelga. Poco después de medianoche se va a casa.

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Los piqueteros vuelven. Los teléfonos suenan. Los primeros datos (recogida de basuras, turnos de noche en la industria, fundidos a negro televisivos...). Alivio. Alegría contenida. Los vaticinios de un fracaso se diluyen. El secretario general se lo pierde.

Regresa a las seis de la mañana. La primera tarea, repasar cifras de seguimiento y consumo eléctrico -"la prueba del algodón", explican en el sindicato- atraen su atención.

La reunión con los colaboradores más cercanos comienza en torno a las siete. La llamada a Cándido Méndez tendrá que esperar. "Podemos decir que el seguimiento es del 70%", afirma el portavoz de CC OO, Fernando Lezcano. ¿Mucho? "Si damos ese dato, es que será así", contesta con retranca ferrolana.

Con las cifras y el café de la mañana, comienza a preparar su discurso, a gestionar el resultado de la huelga, a exigir cambios al Ejecutivo. "Zapatero debiera actualizar el Gobierno, no solo con la salida anunciada de Corbacho", se arranca en tono calmo, "los Presupuestos deben cambiar, con la reforma laboral crecerá la temporalidad y el Gobierno debe dejar las señales que emite de que su reforma de pensiones traerá más recortes".

Mientras Toxo desgrana los cambios que reclama al Gobierno tras la huelga, su despacho es un hervidero de dirigentes. Después de atenderlos, pisa la calle por primera vez. Anda hasta la sede de UGT, donde dará una rueda de prensa con el líder del otro sindicato mayoritario, Cándido Méndez. Es un frío paseo de un cuarto de hora.

Nada más llegar a la sede UGT, los dos sindicalistas van al despacho de Méndez. Repasan las consignas a lanzar en la rueda de prensa. Una emerge sobre todas: el Gobierno debe rectificar. Al volver al cuartel general, espera a Toxo un histórico de CC OO: Nicolás Sartorius. Se funden en un abrazo y entran al improvisado comedor de la sede confederal. De menú: ternera o atún guisado. Con el estómago lleno, llega la hora de una última ronda de llamadas a los dirigentes regionales. Hay que dar y coger ánimos antes del gran acto central de la huelga: la manifestación de Madrid.

Ignacio Fernández Toxo, en la tarde de ayer en la sede de CC OO.
Ignacio Fernández Toxo, en la tarde de ayer en la sede de CC OO.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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