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La candidatura socialista a la Comunidad de Madrid | TOMÁS GÓMEZ

El desafío se llama Esperanza Aguirre

Jesús Sérvulo González

Tomás Gómez (Enschede, Holanda, 1968) es un hombre al que le gustan los desafíos. Lo demostró hace tres años cuando se ofreció para reconstruir el Partido Socialista de Madrid (PSM). Se hizo cargo de una formación astillada por las sucesivas derrotas electorales y se propuso unirla. Gómez era el alcalde más votado de España. Se había forjado el prestigio de buen gestor al frente del Ayuntamiento de Parla. Y no dudó en dar un paso al frente cuando creyó que podía ayudar a su partido. Se postuló a pesar de su carácter tímido y reservado, que llevó a muchos de sus compañeros a bautizarle como "el hermético".

Tampoco vaciló hace un par de meses cuando el presidente del Gobierno le invitó a apartarse y dejar a Trinidad Jiménez la candidatura socialista a la presidencia de Madrid. "Fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera política", reconoce en privado. Recibió muchas presiones para que abandonara. Pero es un hombre obstinado y considera que ese "honor" se lo merecía. Durante tres años ha trabajado para consolidar el partido a nivel interno, para acabar con las familias.

No ha perdido nunca, y ha llevado a su equipo a algunos de sus rivales
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Pero el PSM arrastra cicatrices que Gómez no ha sabido suturar. Tras ganar las primarias tendrá que cerrar una brecha que ha dejado un partido profundamente dividido. Le gusta plantearse retos porque suele superarlos. Lo hace cada mañana en el gimnasio. Hace mucho deporte y suele alardear de ello. Le gusta cuidarse, y come cuatro o cinco veces al día. Se encuentra cómodo en los escenarios que puede controlar. Por eso su aversión a los medios, con los que ha tenido algún rifirrafe.

Uno de sus principales avales es su carácter ganador. No ha perdido nunca. Su entrada en política se produjo tras vencer en unas primarias para elegir el candidato a la alcaldía de Parla. La compañera contra la que se enfrentó entonces, Rosa Alcalá, pertenece ahora a su reducido grupo de confianza en el partido. En 1999, con solo 31 años, venció en esas elecciones municipales y se convirtió en uno de los alcaldes más jóvenes de Madrid y el más votado de España (75%).

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En el verano de 2007, se impuso a dos compañeros en el congreso extraordinario del PSM donde fue elegido líder. Uno de ellos, José Cepeda, forma parte de su ejecutiva regional. Desde entonces tiene una fecha en la cabeza, el 22 de mayo de 2011, cuando se celebrarán las elecciones autonómicas en las que se enfrentará con Esperanza Aguirre (PP).

Lleva tiempo rumiando una breve conversación que mantuvo hace dos años con la presidenta regional. Se celebraba el debate sobre el estado de la región y al cruzarse con Aguirre le lanzó: "Adiós, presidenta saliente". Ella, ufana, le respondió: "¿Presidenta saliente? ¡Qué cachondo! ¡Si tú no eres ni candidato...!". Ambos rieron. Gómez creía que no tardaría mucho en ser designado cabeza de lista socialista.

Ya lo ha conseguido. Y derrotar a Aguirre es su nuevo reto. Para ello ha superado unas duras primarias y algunos obstáculos en el seno de su partido. Su negociación con el vicepresidente regional, Ignacio González (PP), del reparto de consejeros de Caja Madrid nunca fue compartida por Ferráz.

Otros señalan como uno de los obstáculos más graves el pulso que ha mantenido con el vicesecretario general del PSOE, José Blanco. Hay quien le reprocha sus vaivenes ideológicos. Ha pasado de proponer la supresión del impuesto de patrimonio y defender la colaboración público-privada para gestionar los servicios públicos a enarbolar la bandera de la izquierda en las primarias. Lo cierto es que tiene baraka.

A menudo cuenta que la única herencia que recibió de sus padres, emigrantes españoles en Holanda, fue su palabra y la voluntad. Durante el pasado mes y medio, en los encuentros con militantes ha recordado con frecuencia sus orígenes humildes: "Cuando pasaba los veranos cortando cebollas...". A fuerza de voluntad, estudió Empresariales con un expediente inmaculado. La misma fuerza que le lleva a trabajar unas 14 horas diarias. O a compaginar su actividad diaria con un doctorado sobre gestión sanitaria. Es muy ordenado y no suele cambiar sus rutinas. Le gusta encerrarse para reflexionar a solas. Ahora tendrá que hacerlo para recomponer un partido fragmentado en las primarias. Y luego, afrontar el desafío que tiene entre ceja y ceja: derrotar a Esperanza Aguirre.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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