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Reportaje:Primer plano

¿Sobredosis de austeridad?

El FMI aconseja, a corto plazo, políticas diferentes según cada país

Claudi Pérez

Las asambleas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional han cambiado este año. Empiezan a darse un aire al Foro Económico Mundial de Davos: por primera vez, la prensa puede pasearse por los cuatro edificios que albergan la cumbre, hay seminarios con grandes figuras de la economía, el mismo pésimo cátering durante unos días, reuniones semisecretas de banqueros, esas cosas. El resto no varía: el FMI prosigue con una suerte de cambio de piel, liderado por Dominique Strauss-Kahn, un socialista francés que en lo más profundo de la crisis recomendó grandes planes de estímulo -y aplaudió las iniciativas españolas al respecto- para evitar una Gran Depresión. Eso sí, el mensaje es ahora mucho más matizado: el Fondo recomienda austeridad, pero no ahora. Planes creíbles a medio y largo plazo. Excepto para los países con problemas: en ese caso, y ahí uno de los ejemplos de libro es España, los recortes son ineludibles.

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El resultado es una especie de traje a medida para cada país, en función de su situación, de que los Gobiernos tengan o no margen: lo que el FMI viene a llamar "espacio fiscal". ¿Por qué es tan difuso ese mensaje? El director gerente del Fondo, Dominique Strauss-Kahn, asegura que el consejo está claro: "Controlar el gasto público a medio plazo, anunciando planes en 2011. Pero a corto plazo, aconsejar políticas diferentes en función de la situación de cada país. No podemos asesorar lo mismo a Grecia que a Alemania".

Tampoco los expertos tienen clara la solución a esa complicada ecuación entre austeridad y estímulos ante la salida de la crisis. Ni siquiera los países: Estados Unidos opta por un segundo paquete de gasto, y toda Europa, encabezada por Alemania, por el control del déficit. El Nobel Joseph Stiglitz aseguraba el viernes que Estados Unidos "tiene pleno margen de maniobra", mientras que en Europa hay países "que tienen espacio para el estímulo fiscal, otros que no y algunas zonas grises".

El economista jefe del Fondo, Olivier Blanchard, es tal vez una de las voces menos ortodoxas en ese debate sobre la austeridad y los estímulos que poco a poco -al hilo de la crisis fiscal europea y del aumento de la deuda en otros países- se va decantando hacia los recortes. "En los países bajo la lupa de los mercados -y Blanchard citó a Grecia, Portugal e Irlanda-, no hay ninguna duda: la evolución económica será mejor si aplican los recortes prometidos. Y sin embargo hay casos menos claros. Si la consolidación fiscal provoca caídas del PIB mayores de lo que se preveía, mi consejo es que los planes fiscales sean reexaminados".

"El Fondo va dando bandazos, lanzando mensajes un tanto exagerados, a veces marcadamente optimistas y en otras ocasiones muy pesimistas. Para eso ya están los mercados. Quizá debería ser algo más suave, y eso vale también para la política fiscal; pasar de "hay que gastarlo todo" a "corten el gasto como sea" en seis meses no ayuda mucho", critica el economista Vicente Pallardó.

Al igual que el Fondo, los economistas no acaban de tener claro qué hacer para apuntalar una recuperación débil, amenazada con un póquer de riesgos: la crisis fiscal, el alto desempleo, los inacabables problemas financieros y ahora también la crisis de divisas. Paul Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra, resume el panorama con pesimismo: "La crisis fiscal sigue muy viva, en Europa y en casi todas partes. Y sin embargo el FMI solo pide planes de reducción del déficit: no hay decisiones, únicamente planes para el próximo año o dos, y no hay nada que haga pensar que esos planes son creíbles. Junto a ese problema de la deuda pública, la banca sigue comprando bonos sin que podamos saber si esa deuda es del todo segura. Bonito círculo vicioso: la banca adquiere deuda pública que un día quizá no se pague, y tal vez ese mismo día los Gobiernos tendrán que rescatar a los bancos por esa suspensión de pagos de la deuda. ¿No sería el momento de romper ese círculo vicioso?". -

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.
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