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Cinco minutos para salvar una vida

La cesárea post mórtem, la intervención que se practicó a Khadija el Haddad, se realiza con un único objetivo: salvar la vida de un feto que está en una gestancia a término. Hablamos de fetos de 34 a 36 semanas, con un peso de más de 2.500 gramos. Según Bernabé Hurtado de Mendoza, ginecólogo director de la clínica La Cigüeña, las principales dificultades de esta intervención, que apenas se realiza con una frecuencia de uno entre 45.000 embarazos, son dos: primero, se dispone tan solo de entre tres y cinco minutos desde que se diagnostica la muerte de la madre (desde que deja de respirar) para poder sacar al bebé con vida; y segundo, las intervenciones las realiza normalmente personal no habituado (personal de emergencias) y en ambientes no hospitalarios. A ello hay que añadir, en casos de accidentes de tráfico, los posibles traumatismos que haya podido sufrir el feto en el vientre materno.

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Lo primero que hay que hacer, una vez practicada la cesárea, es ventilar al bebé y calentarlo, porque suele producirse una hipotermia. La reanimación se realiza intubando al bebé para que llegue aire a los pulmones y se expandan. La probabilidad de supervivencia ronda el 50% y, si sobrevive, no hay que descartar eventuales lesiones cerebrales provocadas por la falta de oxígeno.

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