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El debate de los Presupuestos

Más madera en las pensiones

Claudi Pérez

El Congreso es un lugar en el que el pensamiento que afirma o niega, que continuamente sentencia a cara o cruz, parece a veces la única forma de razonar. "Estos son los Presupuestos del hachazo a quienes ya no tienen con qué defenderse: los pensionistas": Mariano Rajoy (PP). Medidas como la congelación de pensiones son propias de un Gobierno "dogmático y ultraliberal": Joan Herrera (ICV). En medio de ese mar de los sargazos, la vicepresidenta Salgado nadaba ayer a favor de ese recorte (a favor de todos ellos) con un argumento-salvavidas: la necesaria, la implacable austeridad.

El Gobierno vendió esa idea de la congelación de pensiones para aplacar a los mercados, y en cambio no ha sabido publicitar que al final quizá no haya tal congelación: en 2009 los pensionistas ganaron poder adquisitivo; recuperarán la subida de precios de 2010 y, solo a partir de 2011, se dejará notar la tijera. Es probable que no pierdan poder adquisitivo en esta crisis.

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Pero el foco está en el lugar equivocado. La paga de los pensionistas es importante; lo fundamental es otra cosa. En el primer capítulo de esta historia los mercados atacaron, Bruselas aprobó el plan de rescate y, a cambio, Zapatero se comprometió a un doloroso ajuste: recortes de gasto (como la citada congelación de pensiones), reforma financiera y laboral. Las aguas se han calmado, pero no del todo. Y el Gobierno prepara ya un segundo capítulo: reforma de pensiones y de la negociación colectiva. Más madera: medidas también dolorosas, pero de forma más abstracta. No afectan directamente al bolsillo pero, en tiempos de crisis, las reformas no suelen hacerse precisamente para ganar derechos.

La reforma pasó por el Congreso casi de puntillas, pero el hecho es que ya está ahí. Puede que sea necesaria porque el sistema de pensiones se creó en un momento en el que la esperanza de vida era similar a la edad de jubilación, algo que hace válido el argumento de Salgado cuando dice que el problema no se verá este año o el próximo, sino más adelante. Y a la vez la sospecha de que se hace a traición, aprovechando el momento de debilidad. Enric Sòria decía que vivimos en una época fáustica: diablos y espectros rondan cerca de las revelaciones. El fundamentalismo de la austeridad emerge como la nueva fe. Incluso en algo tan terrenal como la pensión.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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