_
_
_
_
_
Reportaje:MUNDIAL DE F-1 | Gran Premio de Brasil

Red Bull, el mejor reconstituyente

Las disensiones entre Webber y Vettel, azuzadas por Marko, influyente asesor del dueño del imperio energético y padrino del alemán, permitieron a Alonso colarse en la lucha por el título

Oriol Puigdemont

Esta temporada, siempre que se ha desplazado a un gran premio de fórmula 1, el austriaco Helmut Marko (Graz, 1943) ha tenido el privilegio de ser la última persona en animar a Sebastian Vettel en la parrilla de salida pocos instantes antes del inicio de la carrera. En Corea del Sur, Marko fue además el primero en consolar al alemán cuando este regresó andando al taller tras cargarse el motor de su Red Bull y verse obligado a abandonar.

Estos guiños serían del todo normales si no fuera porque Marko es uno de los asesores deportivos más influyentes de Dietrich Mateschitz, el propietario del imperio de las bebidas energéticas, y porque, a la mínima ocasión que se le presenta, pone a Mark Webber, el otro piloto de la marca, a caer de un burro. Así, ha ofrecido varios ejemplos de su predilección por Vettel, circunstancia que, por cómo se ha desarrollado la segunda parte del Mundial, se ha convertido en el mejor reconstituyente para Fernando Alonso y Ferrari, que se han aprovechado de los desencuentros latentes en el garaje rival y han sabido sacar tajada.

"Antes ni siquiera podía soñar con ganar. No sé qué quiere Webber", dijo Marko
Más información
Ferrari: "Los Red Bull son más fuertes pero no hay que obsesionarse"
Red Bull: "Prefiero quedar segundo antes que dar órdenes de equipo"

El primer cortocircuito en Red Bull tuvo lugar en el Gran Premio de Turquía, la séptima carrera. Corría la 40ª vuelta, Webber circulaba en cabeza y Vettel le pisaba los talones. En una de las rectas, el alemán inició un ataque que terminó antes de la curva siguiente con los dos RB6 fuera de la pista: Vettel, fuera de la carrera, y su compañero, con el morro del coche destrozado. Lo que parecía un doblete cantado se convirtió en un dramático incendio que Marko se encargó de avivar al culpar al australiano. "Era evidente que Sebastian era más rápido y tenía que pasarle. Mark sabía que era más lento que Vettel en las rectas", dijo. Para calmar las aguas, Red Bull cambió su discurso y manifestó, tras analizar detalladamente el incidente, que ambos eran responsables. Webber debió de tomarse aquella declaración como una disculpa porque poco después renovó su contrato, hasta finales de 2011, algo de lo que se arrepintió un mes más tarde, en el Gran Premio de Gran Bretaña (11 de julio).

Aquel sábado, durante la última sesión de ensayos libres, el alerón delantero del coche de Vettel se desenganchó y quedó inservible. Al tratarse de una pieza nueva, no había recambio. La dirección del equipo optó por desmontar el alerón del bólido de Webber y colocárselo a su vecino argumentando que la decisión venía condicionada por la posición que ocupaban uno y otro en la clasificación general: el alemán estaba por delante del australiano. El destino quiso que Webber se impusiera en aquella carrera con el alerón antiguo y que nada más cruzar la meta se dirigiera a su equipo, por la radio, con una declaración que cayó como un misil: "No está mal para ser el segundo piloto, ¿no?". Ese mismo mes, el australiano reconoció que, de haber sabido el trato que iba a recibir, no habría firmado la renovación.

Vettel es el ojito derecho de Marko, que perdió el izquierdo en el Gran Premio de Francia de 1972, en Clermont-Ferrand, cuando una piedra salió disparada del March de Ronnie Peterson y atravesó la visera de su casco. Él fue el encargado de poner en marcha hace 10 años el Red Bull Junior Team, el programa de jóvenes talentos de la compañía. En 2003 se cruzó con Vettel, que ganó el campeonato alemán de fórmula BMW con 18 victorias de 20 posibles, y quedó alucinado.

Desde entonces, su devoción es incondicional y llega a límites inauditos, como esta temporada ha quedado sobradamente probado. Ni siquiera cuando la discriminación hacia Webber pasó de la sutileza a la evidencia dejó de meter cizaña. "¿Ha tenido Mark una rotura de frenos, un chasis defectuoso, una rueda suelta, un problema con la caja de cambios o un morro roto como le ha ocurrido a Seb? En comparación, Mark solo tiene un ojo morado", llegó a decir el austriaco. "Antes, ni siquiera podía soñar con ganar en la fórmula 1. No sé qué quiere Webber. Para nosotros, realmente, no importa quién sea campeón; lo principal es que, sea quien sea, esté sentado en un Red Bull", soltó Marko, que, por más que se empeñe en declarar amor eterno a la marca del búfalo rojo, más bien parece que este año haya trabajado para Ferrari.

Mark Webber, cariacontecido tras la carrera.
Mark Webber, cariacontecido tras la carrera.GETTY IMAGES

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_