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Reportaje:vida&artes

El gran cine cabe en la pequeña pantalla

Las figuras del séptimo arte ya no miran la televisión como algo menor y se decantan por producciones ambiciosas

¿Qué es mejor, el cine o la televisión?, ¿qué medio ofrece más libertad a los creadores?, ¿dónde está el público que busca historias? Después de años en los que la televisión ha sido considerada un soporte de segunda división frente al autocalificado séptimo arte, la situación está cambiando a pasos agigantados. Los cineastas, conscientes del potencial de la pequeña pantalla, unido a la endeble industria cinematográfica española, han vuelto sus ojos a la televisión, a la que también han dado un plus de prestigio. ¿Qué televisión rechazaría la presencia de Spielberg, el rey Midas del cine, o el talento explosivo de Álex de la Iglesia? Son solo dos ejemplos de lo que uno puede encontrar en la que algunos se empeñan en seguir llamando la "caja tonta". De tonta no tiene un pelo. La televisión concentra en estos momentos una dosis de creatividad e innovación que en muchos casos es difícil encontrar en el cine. Y ahí están ya míticas series (Los Soprano, The wire, Mad men) que son la envidia de los cineastas. La pequeña pantalla va arañando poco a poco un espacio que antes era monopolio de la grande. En la televisión, los creadores han encontrado un nuevo público y una manera de narrar diferente y atractiva. La alianza de estos dos colosos puede provocar un fogonazo en un sector que necesita urgentemente cambios, sangre nueva e ideas originales para afrontar el incierto futuro digital.

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Directores como Mariano Barroso, David Trueba o Álex de la Iglesia son solo algunos ejemplos de este boom que ha llegado a España, como casi todo en el medio audiovisual, importado de Estados Unidos. Ahí están los casos de Steven Spielberg, Martin Scorsese o Ridley y Tony Scott. O los prestigiosos realizadores latinoamericanos como Rodrigo García o Juan José Campanella, que se han apuntado a bucear en la televisión con grandes productos de calidad. No han sido los primeros, por supuesto. Hay que recordar la enorme y grata sorpresa que produjo hace nada menos que 20 años Twin Peaks, la serie con la que David Lynch sedujo al público del mundo entero.

La enorme fábrica televisiva acoge no solo a directores de una poderosa envergadura profesional, sino que atrae a actores y guionistas que hasta ahora se dedicaban casi en exclusiva al cine. La televisión es ya un refugio de todos aquellos que tienen una historia que contar.

David Trueba, después de cuatro largometrajes, vuelve a televisión con una serie de seis de capítulos de media hora para Canal +, en torno a su amigo y actor Jorge Sanz. En clave de falso documental, ¿Qué fue de Jorge Sanz? va contando la vida cotidiana de un señor cuarentón que no tiene trabajo y busca empleo como actor. "La principal ventaja de la televisión frente al cine es la comodidad del espectador, su no dependencia de tener que salir de casa. Ir al cine hoy en día, por la disposición de las salas en la periferia de las ciudades, implica gastos de transporte, aparcamiento y palomitas. Todo ello multiplica el precio real de ir al cine y aleja a muchos espectadores posibles de las salas. El suicidio que se ha cometido en muchas ciudades y pueblos en los que han desaparecido todas las salas de cine, lo ha aprovechado la televisión para imponerse como lugar favorito donde consumir ficción", asegura Trueba.

Para Mariano Barroso, que acaba de estrenar en la cadena temática TNT la serie Todas las mujeres, protagonizada por Eduard Fernández, está claro que los espectadores que han desertado del cine están ahora en la televisión, un medio en el que tanto guionistas como directores han encontrado un espacio para contar historias que ya no caben en la gran pantalla. "La televisión bien utilizada es una maravilla", asegura el realizador, que está rodando en estos momentos su sexto largometraje, Lo mejor de Eva, una historia de amor con Leonor Watling y Miguel Ángel Silvestre. El hecho de no trabajar para una cadena generalista y no estar sometido a la tiranía de la audiencia le da a Barroso la posibilidad de realizar una serie dirigida no a un público masivo y, en consecuencia, abordar el proyecto con mayor libertad. "La libertad creativa compensa las limitaciones presupuestarias".

Aunque tener éxito también es, por supuesto, importante. Y sirve para consolidar productos de calidad, como por ejemplo Los pilares de la Tierra, serie con la que los hermanos Scott trasladaron a la televisión el best seller de Ken Follett. A su paso por Cuatro, la serie, una historia en torno a la construcción de una catedral en la turbulenta Inglaterra del siglo XII, consiguió más de cinco millones de espectadores.

A punto de cumplir 68 años, los celebrará el 17 de noviembre, y con más de 40 películas en su carrera, uno de los grandes del cine, Martin Scorsese ha dado el salto por primera vez a la televisión con Boardwalk Empire, que se ha convertido en la serie más vista en los seis años de la cadena HBO. Protagonizada por Steve Buscemi, Boardwalk Empire cuenta la vida del joven Al Capone, que con los años se convirtió en el capo de la Mafia. Esta producción es, además, la primera incursión en la tecnología digital del director de Uno de los nuestros.

La televisión en EE UU se ha convertido también en un refugio para actores y, sobre todo, actrices de más de 40 años para las que el cine no fabrica papeles. El ejemplo más notorio es el de Glenn Glose, que ha renacido gracias a la serie Daños y perjuicios, emitida en España por Canal +.

Hay actores que pasan de un medio a otro cómodamente. En España, Belén Rueda refleja como nadie el perfecto matrimonio entre el cine y la televisión. Tras una larga etapa como presentadora de programas de entretenimiento y series como Periodistas, dio el salto a la gran pantalla con Mar adentro. Luego llegaría El orfanato y ahora acaba de estrenar Los ojos de Julia. Entretanto, otras series con audiencias millonarias como Los Serrano. "La calidad no la marca el medio. Lo importante es la historia que se cuenta", dice la actriz, consciente de que el espectador de televisión pierde la atención más fácilmente que el del cine. Pero Rueda tiene claro que para el cine, para la televisión o para el teatro, la base son "las emociones". ¿En qué medio se siente más cómoda esta actriz todoterreno? "La comodidad depende del proyecto y del equipo. Una serie de largo recorrido puede durar cuatro o cinco años (Periodistas o Los Serrano). En una película está todo mucho más concentrado. La relación es mucho más intensa". La princesa de Éboli (Antena 3), su último estreno televisivo, ha sido un rodaje sometido a un ritmo trepidante. "Ha sido una locura. Como rodar dos películas en cinco semanas".

Belén Rueda no sobrevalora lo que viene de fuera solo porque viene de fuera. Al contrario, defiende lo de casa a capa y espada. Sostiene que España tiene "un potencial creativo brutal" y que "aquí se hacen cosas muy buenas en cine y televisión". La formidable competencia tiene parte de responsabilidad. "En todos los hogares hay un mando para cambiar de canal. Eso mete presión a las televisiones para hacer cosas diferentes y que atraigan a un público mayoritario". Esa una de las razones que impulsa la industria, por eso cree que "siempre hay margen para inventar" y que "no todo está consolidado en la televisión ni en el cine".

Quien conoce bien el medio televisivo es Carmen Basté, miembro de la junta directiva de la Academia de la Televisión (ATV) y directiva de la corporación pública catalana. Asegura que la ficción televisiva atraviesa un momento dulce que "está dando muy buenos réditos de audiencia y creatividad". "Eso da prestigio a un medio que no anda precisamente sobrado". Basté elude el debate sobre si hay mayor creatividad en un medio o en otro, pero tiene claro que antes, para directores y guionistas, las series eran productos de segunda y que ahora las cosas han cambiado. "Para ellos, la densidad de personajes que pueden dibujar en una serie, los matices y la complejidad de los argumentos dan mucho juego a la hora de explicar historias. Las series son una joya para los guionistas". Los personajes son, para Mariano Barroso, el eje sobre el que debería pivotar una producción seriada de calidad. Todas las mujeres se asemeja en algo a la puesta en escena de la serie norteamericana En terapia, dirigida por el cineasta Rodrigo García y protagonizada por Gabriel Byrne. La española es una producción rodada en prácticamente un único escenario y lo esencial es el trabajo de los actores y el guión, más que la trama episódica.

Álex de la Iglesia se enfrentó con Plutón B.R.B Nero a todo un ejercicio de estilo, aunque confiesa que no volvería a repetir la experiencia en las mismas condiciones. "Hice un esfuerzo de estilo y no me vi para nada recompensado", se lamenta De la Iglesia, que se enfrentó a una serie muy ambiciosa pero con muy poco presupuesto. Para el director de Balada triste de trompeta, lo mejor de la televisión es la inmediatez. "Grabar y verlo emitido casi en el momento es asombroso, psicológicamente me da mucha libertad porque trabajar así es muy valioso desde el punto de vista creativo y no tengo que estar preparado para pasar a la historia".

David Trueba se pregunta: ¿Qué es la libertad? Y se contesta: "No depende de medios ni de lenguajes, depende de ponerte a hacer algo convencido, creyendo en ello, que te represente, que te haga feliz ir a trabajar y consciente del privilegio de dedicarte a esas cosas". Trueba proclama que si no se siente libre para abordar algo no lo hace, "ya sea un artículo, una novela, una película o una conferencia".

Pero Hollywood sigue mandando. Aunque para muchos directores españoles las series son un territorio recién explorado, en EE UU es un terreno trillado. De nuevo exporta una manera de enfrentarse al desafío audiovisual y a los cambios en los hábitos de ocio. La diferencia, también como siempre, está en el dinero. Como ejemplo basta comparar los 150 millones de euros que costó la serie The Pacific, producida por Steven Spielberg y Tom Hanks, con el modesto presupuesto que manejan las nacionales (un millón por capítulo). Y es que como dice el propio Hanks, vivimos "en la edad de oro de la televisión".

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