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Merkel busca el respaldo sólido de su partido para afianzarse en el poder

La CDU se reúne en la rica región de Baden Württemberg para aupar a la canciller

Los democristianos alemanes confían en que el incendio del Zoo en la madrugada del domingo sea la única mala noticia estos días en Karlsruhe. A tenor de la insistencia de los líderes de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el congreso federal del partido inaugurado ayer no deparará sorpresas. A saber: la canciller Angela Merkel saldrá reelegida hoy, por quinta vez en 10 años, como presidenta de la CDU. Igual que vencerán sin dificultades los cuatro candidatos a las vicepresidencias, tres de ellos afines a Merkel, que quiere saldar el drástico cambio en la dirección democristiana con el menor ruido posible.

El congreso tiene lugar después de que la impertérrita Merkel haya encabezado una discreta ofensiva otoñal para reforzar el perfil conservador del partido, que flojea en las encuestas y está amenazado por una crisis de credibilidad ante el electorado y por los eventuales reveses electorales que puede padecer en regiones estatales en 2011. No es casual que se haya elegido el Estado de Baden Württemberg -Land que ha sido tradicionalmente un feudo inexpugnable de la CDU- para celebrar el congreso. En este Estado se celebran elecciones en mayo de 2011. Y esta vez no está tan claro que este partido vaya a mantenerse en el poder en esta próspera región.

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Merkel, que resultó elegida con el 95% de los votos en el anterior congreso, ha tratado de amortiguar el descontento interno con una serie de conferencias regionales del partido, en las que tomaron parte miles de militantes. Hoy en Karlsruhe se trata también de apuntalar el equilibrio entre los ofendidos del ala derecha y los votantes atraídos por la moderación de Merkel.

Hermann Gröhe, secretario general del partido que gobierna Alemania desde hace cinco años, auguraba ayer un aburrimiento acorde con el nombre de la sede del cónclave de hoy, que literalmente significa "el descanso de Karl". Pero el descanso, dirían sus críticos, es lo último que conviene a Merkel. La canciller ha dado "una señal de nueva energía" abandonando el té por el café.

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Por tentador que resulte, no cabe asociar este cambio con alguna reacción al movimiento conservador del Tea Party estadounidense. Es cierto que se ha dado algún amago de acometida derechista dentro de la CDU. Pero también una desbandada de pesos pesados conservadores: el halcón Roland Koch cambió por la empresa privada una larga carrera de éxitos en el Estado de Hesse; Christian Wulff abandonó la política cotidiana para ascender al limbo representativo de la Presidencia federal, y Jürgen Rüttgers dimitió de todos sus cargos tras la sonada derrota electoral de Renania del Norte-Westfalia, en mayo.

Lo que parece una ventajosa pérdida de contrincantes supuso, no obstante, que Merkel se quedara con una sola vicepresidenta, su ministra de Educación Annette Schavan, la única que le era próxima. Los conservadores perdieron sus referencias en la cúpula del partido. En el día de cubrir las tres vacantes, dos de los candidatos -la ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen, y el de Medio Ambiente, Norbert Röttgen- se cuentan entre los liberales. El heredero de Koch en Hesse, Volker Bouffier, será el único barón regional en la nueva directiva, así como el único que pasa por verdadero conservador.

De la elección de hoy se espera que corrobore el liderazgo de Merkel -se medirá en relación al 95% que obtuvo en la anterior votación- en la atribulada democracia cristiana. La posibilidad de rebelión, sea desde la derecha o desde algún Land, es lejana. Con la boca pequeña se le afean a Merkel agravios contra los tradicionales "pilares democristianos", que harían de la CDU un partido "cristiano, social y liberal-conservador". Se ha especulado incluso sobre su próxima sucesión. En las últimas semanas se ha insistido en la rampante figura del barón Karl-Theodor zu Guttenberg, ministro federal de Defensa y estrella política de la bávara Unión Social Cristiana (CSU), partido hermano de la CDU. Se ha visto elevado a una suerte de gran esperanza masculina, católica y germano-occidental para el ala derecha democristiana.

A un observador extranjero podría costarle determinar qué encuentran tantos comentaristas de "moderno" o de "refrescante" en este engominado aristócrata de 38 años que disfruta de una historia de amor recíproco con las cámaras. Se trata, tal vez, del contraste entre la figura pública de un acaudalado y rutilante aristócrata casado con una rubísima condesa y la de la doctora en ciencias físicas Angela Merkel, hija de un pastor protestante, y crecida y educada en Alemania Oriental.

Un robot da la bienvenida a la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada al congreso del CDU.
Un robot da la bienvenida a la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada al congreso del CDU.AFP

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