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Reportaje:LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | El cerco a Assange

El joven héroe de los ciberactivistas

La detención del adolescente holandés que participó en la ofensiva en favor de Wikileaks desata nuevos ataques

Isabel Ferrer

En cuestión de horas, un adolescente holandés de 16 años, que permanece en el anonimato, ha pasado de ser un villano a convertirse en héroe. Al menos para sus compañeros de ataques cibernéticos. El miércoles, la policía del servicio de Crímenes de Alta Tecnología detuvo al chico en su domicilio de La Haya. Los agentes sospechaban que formaba parte de Anonymous, el grupo de piratas informáticos responsable de la llamada Operación Venganza, una serie de ciberataques contra las empresas que niegan sus servicios al portal de filtraciones Wikileaks.

Rodeado de uniformados, el muchacho admitió ser uno de los simpatizantes de la organización de Julian Assange. También reconoció haber lanzado ataques informáticos desde un servidor de Haarlem (cerca de Amsterdam) contra MasterCard y Visa. Las compañías, junto a la empresa de transferencias de dinero PayPal y al banco suizo Postfinance, cerraron las líneas de crédito a Wikileaks. Un golpe financiero al portal de filtraciones que la semana pasada vio cómo Amazon y EveryDNS dejaban de hospedar a su página web. El jueves por la noche, los ciberactivistas de Anonymous dejaron de dirigir sus ataques contra Amazon para redirigirlo contra PayPal.

Los simpatizantes bloquean las webs de la fiscalía y de la policía holandesa
El chico deberá pasar 13 días en prisión preventiva en La Haya
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Además de perder su ordenador y de darle un buen susto a su familia, el holandés que se sumó a la ofensiva informática en defensa de Wikileaks deberá pasar 13 días en prisión preventiva. La justicia decidirá entretanto el grado de ciberdelito que podría atribuirle. A la espera de conocer su suerte, el joven ha recibido enseguida una palmada en la espalda acorde con la destreza de sus habilidosos colegas. Ayer, la página de la Fiscalía General del Estado y la de la Policía Nacional, fueron bloqueadas.

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Los expertos policiales aseguraron de inmediato que investigarían a fondo lo ocurrido. Querían saber si el sistema "cayó" por sí solo, o bien si fueron objeto de un ataque digital. El esfuerzo dio enseguida resultados. La acometida había sido organizada por los simpatizantes del adolescente. Por si quedaban dudas, los activistas se atribuyeron la autoría de los ataques en Twitter: "Lo hemos conseguido"; "Chico, esta va por ti": "Los de la fiscalía están fregados". Los piratas siguen utilizando la red social de mensajería que ha servido como base para coordinar los ciberataques a las empresas. Twitter cerró esta semana dos de las cuentas creadas por Anonymous. También Facebook eliminó el jueves la página del grupo.

Los mensajes de apoyo al joven que enviaban sus amigos, aunque no pudiera leerlos, les convertía a todos en una especie de cruzados cibernéticos unidos por el ideal de la libertad de expresión. O tal vez en nombre de emociones tan fuertes como demostrar la debilidad de sistemas protegidos.

De momento, la Fiscalía holandesa ha hecho saber que solo perseguirá a los responsables de los ataques. Los que presten sus ordenadores serán considerados cómplices, pero no van a ser investigados en esta primera entrega. Queda por decidir en qué categoría encaja el chico de 16 años. Lo único que anoche parecía seguro es que no ha sido una figura esencial en el asalto a MasterCard y Visa.

Como era de esperar, las páginas digitales de todos los medios de comunicación holandeses se llenaron de comentarios sobre lo ocurrido. Algunos admiraron la habilidad del "crío de los ordenadores". Otros le echaron un capote moral: "Claro, detienen a un chaval. Qué vergüenza". Hasta alertaron "de lo bien que dormirían los políticos y empresarios corruptos". "Para ellos el peligro ha pasado, justo antes de Navidad", rezaba otro mensaje. Incluso hubo quien recordó que si en las clases de informática les enseñan a lanzar ciberataques contra las páginas de sus compañeros -para aprender a proteger las suyas- su habilidad no debería sorprender a nadie. Policía incluida.

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Miembros de uno de los grupos de <i>hackers</i> que apoyan al portal de filtraciones Wikileaks, en Lille (Francia).
Miembros de uno de los grupos de hackers que apoyan al portal de filtraciones Wikileaks, en Lille (Francia).AFP

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