Tiempos difíciles
A Artur Mas le esperan tiempos difíciles y lo sabe. Cartesiano y siguiendo la estrategia marcada en el último año, Mas desgranó ayer con formas suaves un discurso de investidura con acento en la economía y en el que presentó la nueva estrategia de CiU con relación a España.
El candidato a la presidencia de la Generalitat se mostró moderado y abierto al pacto, y actuó con calculada ambigüedad en algunos temas clave, como los instrumentos para la salida de la crisis económica. El discurso de Artur Mas fue acorde con los tiempos, y si los escucha, puede convertir su necesaria búsqueda de la mayoría en una virtud.
Son tiempos difíciles, Mas es consciente del volumen de la roca que Sísifo intenta mover y sabe que ni los ciudadanos ni las arcas públicas están para frivolidades ni aspavientos. Son tiempos de responsabilidad, trabajo, discreción, pacto y eficiencia.
Mas buscará "la espiral de la prosperidad" basándose en la moderación fiscal e inyectando mayor liquidez a las pymes. El problema es cómo. ¿Cómo inyectar más liquidez cuando no hay dinero?
El candidato definió su Gobierno como business friendly para incentivar el crecimiento. Se mostró favorable a la iniciativa empresarial que ayudará a salir del pozo, a apoyar la innovación y el riesgo en un país en el que ser empresario o autónomo es hoy una heroicidad. La respuesta del portavoz socialista sonó a la de un viejo rockero del laborismo. Sonó antigua: más Brown que Blair y nada Milliband. Los circunloquios de Joaquim Nadal ("acords?, això val el que val fins que val") no impidieron, en cambio, que le preguntara si su proyecto nacional es la "independencia a plazos" y las críticas se combinaron con unos movimientos que recordaban los prolegómenos de apareamiento de algunas aves. Una oferta nada despreciable en un hemiciclo que la presencia de Rivera y Laporta y su sentido del espectáculo tensará hacia los extremos.
Mas se marcó como segunda prioridad algo que realmente transformaría el país: que de verdad la próxima década sea la del conocimiento. Junto con el crecimiento económico es la única garantía del funcionamiento del ascenso social y de la cohesión.
En el capítulo identitario Mas rompió con el pujolismo hablando de la "transición nacional" de Cataluña. El futuro presidente de la Generalitat dobla la apuesta de CiU con el derecho a decidir y el órdago del pacto fiscal, para el que reclama el apoyo que brindó al Estatuto. Para todo ello necesitará pactar. Por aritmética y porque los ciudadanos exigen responsabilidad y la tentación de destruir al adversario sería el peor error. Mas cuenta con 100 días para marcar el rumbo. Bienvenido a la dura realidad, presidente.
Esther Vera es periodista.