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El retorno de los refugiados desborda a Sudán del Sur

Más de 2.000 personas llegan a diario al puerto de Juba, la principal ciudad - El Gobierno tiene problemas para dar agua y comida a los recién llegados

El nuevo país de Sudán del Sur corre el peligro de convertirse en un Estado fallido si no se solucionan algunos de los problemas que está generando el propio referéndum de secesión que se celebra estos días. El principal es el retorno a la patria de miles de personas procedentes del norte del país. Vuelven, después de 20 años en lugares como Jartum, para sentirse ciudadanos de primera en su nuevo país. Pero el destino que les aguarda no es mucho mejor.

Desde octubre, según cifras de Naciones Unidas, unas 140.000 personas han llegado a Juba, ya sea en autobús, avión, en su propio coche o en barco, a través del río Nilo. El ritmo es de 2.000 personas diarias. Las cifras han desbordado al Gobierno autónomo de Sudán del Sur, que no da abasto para redistribuir a los que llegan. La sed, los problemas sanitarios y la frustración empiezan a aparecer.

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En el puerto de Konyo Konyo, en las afueras de Juba y a la ribera del Nilo Blanco, miles de personas llegan estos días en unos grandes barcos cuya cubierta se utiliza exclusivamente para el transporte de personas. Allí duermen, cocinan y combaten los mosquitos las 600 personas que viajan durante dos semanas río arriba. Al llegar, tienen que esperar la llegada de otro barco que carga sus pertenencias. A veces llega un día después cargado con el resto de la casa: camas, sillas, mesas. Lo que ellos consideran básico para montar un hogar en su país. Hombres, mujeres y niños hacen un esfuerzo impresionante para descargar bajo el sol sus pesados y míseros muebles de hierro. Luego colocan las pertenencias a la sombra de los árboles junto al río, y allí esperan a que alguien les recoja. La mayoría se están quedando varados.

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"¿Es este el nuevo país que me espera? Hemos venido aquí para sentirnos en casa. También porque temíamos represalias en el norte. Pero al llegar solo tenemos miseria, falta de higiene y de agua", explica un maestro de escuela. "Todo lo que ha hecho la comunidad internacional es organizar el referéndum, y lo agradecemos, pero parece que no han pensado en más", dice el maestro. "Si esto no se arregla antes de que vengan las lluvias", afirma su hijo Okello David, "sufriremos el cólera y otras enfermedades".

Nadie sabe a qué hora llegan los barcos. Estos simplemente aparecen a los lejos. "A las dos o a las tres de la tarde... Quizá mañana", dice un funcionario del Gobierno que vigila la entrada y salida del puerto desde un contenedor. "Mis cosas están por llegar. No tengo ni agua, ni dinero, ni nada. Vine con mis pequeños y ahora necesito que alguien venga a ayudarnos. ¿Sabe usted si alguien de alguna organización va a venir?", pregunta Esther mientras su hermana despieza un pollo que otra familia les ha dado.

La pregunta se repite en el puerto y no hay mucho que responder. Naciones Unidas y el Gobierno de Sudán del Sur están al tanto del problema. Este último ha establecido un plan de ayuda para recolocar a los que retornan y cada día transporta a algunos grupos hasta otras ciudades de todo el país, pero da la sensación de que el ritmo de llegada en puertos como el de Juba es mucho mayor que el de recolocación. La ciudad de Malakal, muy cerca de la frontera con el norte, es quizás la primera que muchos se encuentran al llegar al sur. Allí, miles de personas se han instalado en un estadio a la espera de ser trasladados a otro lugar. Malakal fue el escenario en 2009 y 2006 de algunos enfrentamientos entre milicias rivales que ocasionaron unos 200 muertos.

Lo siguiente es la reintegración. La mayoría de los que vuelven llevan viviendo en el norte desde hace décadas. Algunos niños solo hablan árabe. A todos ellos hay que encontrarles hogar en un país que aunque reconozcan como propio les puede resultar extraño. "No sabemos cómo va a ser. Queremos encontrar trabajo. Una casa. Todo eso lo hemos dejado atrás por la idea de tener un país y ahora vemos que nuestro Gobierno nos deja tirados junto al río", asegura Alex, un joven que dice llevar dos semanas en el puerto.

Mientras tanto, el referéndum sigue su curso en Sudán del Sur. En Juba, había menos colas de gente esperando en los colegios electorales que el domingo, el primer día de votaciones. La ciudad se acostumbra a la sensación de ser totalmente independiente y las exaltaciones patrióticas van poco a poco desvaneciéndose. Muchos de los que regresan aún no han votado.

Una mujer espera junto a sus enseres, en una estación de autobús cercana a Jartum, para partir rumbo al sur.
Una mujer espera junto a sus enseres, en una estación de autobús cercana a Jartum, para partir rumbo al sur.AP

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