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Revolución democrática en el Magreb

Miles de personas abandonan la capital

Miles de personas aprovecharon el día festivo de ayer para abandonar la capital. Hoy es jornada laborable, pero la gran mayoría de las empresas no abrirán. Tampoco las universidades ni escuelas, clausuradas hace un par de semanas. Y los vecinos de la ciudad nativos de otras regiones del país no escondían su congoja, aunque afrontaban un problema. El transporte público no funcionaba y tenían que pagar el doble por meterse hacinados en camiones y en minibuses en la estación Bab Aliua. El pequeño restaurante y las oficinas de la estación también están cerrados. "Voy al sur, a Kasrine. Vivo en las afueras de Túnez, pero no hay seguridad porque hay tipos sueltos disparando. Mi familia es de Kasrine, y allí me dicen que la situación no es mejor. Voy para proteger a mi familia. Además, las milicias van a bajar hacia el sur porque en la capital hay muchos soldados".

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En el norte del país es diferente. La situación es más llevadera. Pero Rahma, que está terminando sus estudios de biología, tiene que tranquilizar a sus parientes en Siliana: "Tengo miedo. Allí todo está mejor". Idéntico motivo al de Fauiza, originaria de la misma ciudad, que aseguró que se marchaba dos o tres días porque su familia tampoco pega ojo. Desde el norte llegó ayer por la mañana un ciudadano argelino que contaba cómo la carretera está salpicada por controles militares cada cuatro o cinco kilómetros. "Todo está", decía, "más tranquilo en el norte". Pero nadie se fía en este país que ha sido durante 23 años una balsa de aceite.

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