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Revolución democrática en el Magreb

El primer ministro anuncia que hoy habrá nuevo Gobierno

Ghanuchi negocia con los partidos de oposición el reparto de tres carteras

Túnez no se puede permitir que el vacío institucional, Ejército al margen, perdure. Y las prioridades parecen evidentes. Poner coto al desmadre que se vive en infinidad de ciudades y pueblos del país. Para ello se requiere formar un Ejecutivo sin dilación.

Sin la paz social y sin Gobierno, encauzar un debate político y organizar las prometidas elecciones, en un país nada habituado a la negociación, se antoja una quimera. Desde que el nuevo presidente, Fuad Mebaza, asumiera el cargo el sábado y ordenara al primer ministro, Mohamed Ghanuchi, conformar el nuevo Gabinete, arrancaron unas negociaciones con los partidos de oposición que prometen concluir inmediatamente.

Así lo subrayó anoche Ghanuchi en un breve mensaje a la nación. "Mañana", dijo, "se anunciará un nuevo Gobierno que abrirá una nueva página en la historia de Túnez".

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En realidad, esa etapa nueva ya se ha abierto porque la violencia desatada por la policía desde el pasado 17 de diciembre es algo que los tunecinos no han conocido nunca desde la independencia del país, en 1956. Como tampoco podía imaginar nadie hace solo un mes que Zine el Abidine Ben Ali sería defenestrado, un hecho histórico en el orbe árabe.

"Lo principal para nosotros ahora mismo es poner fin a este desorden. Estamos de acuerdo en varios principios relativos al nuevo Gobierno. Continuaremos discutiendo", aseguraba ayer Ahmed Brahim, líder de Ettajdid, uno de los tres partidos legalizados por el dictador, y utilizados para dar apariencia de legitimidad democrática al régimen más represor del Magreb.

No tenían función alguna que cumplir durante la presidencia de Ben Ali, que ganó las elecciones de 2009 con un 90% de los votos, algo distanciado del aberrante 99,91% que cosechó en 1994, o del 99,27% un lustro antes.

De ese Ejecutivo formarán parte miembros de la oposición. La agencia Reuters informaba anoche de que los tres líderes de los partidos de oposición legalizados serán ministros. Mustafá Ben Jaafar, líder del Foro Democráticos por el Trabajo y las Libertades, se hará cargo de Sanidad; el jefe de Ettajdid será titular de Educación Superior, y Nejib Chebbi, primer dirigente del Partido Democrático Progresista, ministro de Desarrollo Regional. Conservarán sus cargos los ministros de Interior y de Exteriores del anterior Gobierno: Ahmed Friaa y Kamel Morjane. Se despejan así las dudas sobre la presencia de políticos del anterior régimen en la Administración naciente, un asunto que ha sido un caballo de batalla en las negociaciones.

Otros partidos, nunca autorizados hasta la fecha, abogan por prohibir que concurra a los comicios la Asamblea Constitucional Democrática, e incluso exigen que sea desmantelado. El sábado se especulaba con que habían surgido discrepancias sobre la distribución de las principales carteras de este Gabinete interino. Pero si efectivamente hoy Túnez dispone ya de un nuevo Ejecutivo, será sin duda un indicio de que todas las partes implicadas están asumiendo la responsabilidad acorde con la gravísima coyuntura que vive el país. La segunda misión del Gobierno será organizar las elecciones, que tampoco será fácil.

Ha trascendido que la oposición ha recibido garantías de que los comicios, convocados para mediados de marzo, serán libres y que los partidos podrán contar con tiempo suficiente para organizar adecuadamente la campaña electoral. Y aquí radica uno de los escollos más relevantes. La Constitución exige que la cita con las urnas se celebre en el plazo de 60 días. Pero en este lapso de tiempo resulta imposible que partidos con tan escasa implantación en el país sean capaces de competir en igualdad de condiciones con la Asamblea Constitucional Democrática (ACD), el grupo que dirigía Ben Ali.

Ettajdid, el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades, y el Partido Democrático Progresista son en gran medida unos partidos desconocidos en Túnez, cuyos medios de comunicación -todos oficiales, o cuando no lo son, sometidos a una férrea censura- han silenciado sin tapujos a los opositores. Todavía a día de hoy, la censura continua: en las últimas jornadas, el Canal 7 ofrece reportajes sobre pesca submarina o pesca de altura.

Y no concluyen aquí las incógnitas sobre el futuro político de Túnez. ¿Se permitirá la participación de los islamistas cuyo líder Rachid Ghanuchi, exiliado en Londres, ha asegurado que regresará al país en pocos días?

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