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Reportaje:TENIS | Abierto de Australia

Federer, contra el tiempo

El suizo, de 29 años, aspira a convertirse en el más veterano en ganar un 'grande' desde 2003

"Estoy preparada para luchar". Francesca Schiavone se presenta en los cuartos de Australia con las piernas carcomidas por 4h 44m de partido de octavos, el encuentro más largo jamás ganado por una mujer en un grande (6-4, 1-6 y 16-14 a la rusa Kuznetsova), y las ideas claras: se sitúa set y break arriba contra la danesa Wozniacki, la número uno. La italiana pierde su ventaja, combate tres puntos de partido con furia y rabia y finalmente se inclina (6-3, 3-6 y 3-6), ovacionada, en una tarde rebosante de la intensidad que tanto se echa de menos luego en la victoria (6-1, 6-3 y 6-3) del suizo Federer sobre su compatriota Wawrinka.

El nudo de los años une al suizo, ya en semifinales, y a la italiana, camino de casa a los 30. A los 29 años y cinco meses, Federer, ganador de 16 grandes, es el más viejo de los tenistas que llegaron a cuartos. Busca ser el campeón de más edad de un grande desde que el estadounidense Agassi ganara en Australia con 32 años en 2003. Supera ampliamente la media de edad de los otros cinco mejores, que está en 24. Sabe que ya ha vivido más carrera de la que le queda, y mide sus esfuerzos entre la pesadilla de los dolores de espalda, odiosos mordiscos que alteran su servicio, y el sueño de los Juegos de Londres 2012.

El estadounidense Agassi venció entonces en el Open de Australia a la edad de 32 años
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"Compito de enero a noviembre desde hace 12 años", explica Federer, quien, contraviniendo sus solitarias costumbres, abrió su estrechísimo círculo de trabajo en octubre de 2009 para contratar a un fisioterapeuta, el francés Stephane Vivier, que viaja con él por todo el mundo. "Seguiré haciéndolo y escuchando a mi cuerpo, intentando ser inteligente. Salí del partido con Simon sin problemas en la espalda, y en el pasado me hubiera molestado un poco. Hacía frío, un poco de viento soplando contra el sudor de esa zona... Antes eso me hubiera asustado", continúa el suizo, a quien la elasticidad y la facilidad natural protegen de peligros. "Ahora, me muevo bien. Eso es clave".

En toda su carrera, Federer solo se ha retirado de un partido. Fue en los campeonatos internacionales belgas. Tenía 16 años. Para asegurarse de que eso seguía igual, tras un final de 2009 plagado de dolores, no solo contrató a Vivier, sino que se especializó en estiramientos, empezó a usar gomas elásticas para trabajar su flexibilidad, siguió arqueándose mientras reclinaba su espalda sobre inmensas pelotas en el gimnasio, mantuvo el trabajo con balones medicinales que le recomendó Pier Paganini, su preparador físico, y dedicó especial atención al entrenamiento fuera de pista. Ahora, en Melbourne, bajo el sol de las antípodas y en compañía del estadounidense Paul Annacone, se beneficia aún de la pretemporada veraniega de 2010, origen de una racha impresionante: desde entonces ha ganado cinco torneos, ha llegado a dos finales y a dos semifinales, sin contar la de mañana en Melbourne, contra el serbio Djokovic.

Sin pensar en el pasado, en sus 3 victorias y 11 derrotas contra Rafael Nadal, quiere salir David Ferrer hoy (9.30, Canal +) a la central de Melbourne. "A nivel emocional se lo tiene que creer. Ante ese tipo de jugadores la cabeza te cambia, la manera de pensar te cambia. Espero que muera en la pista", dice Javier Piles, su técnico. Una cosa es segura. El mallorquín le hará sudar de lo lindo. Ya en cuartos, el número uno olfatea la sangre y el título. Él, claro, no lo explicaría así. Como dijo Schiavone: "No volemos, vayamos pasito a paso".

Federer, en un servicio durante su partido ante Warinka.
Federer, en un servicio durante su partido ante Warinka.EFE

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