_
_
_
_
_

Barack Obama redefine su gestión en busca de un segundo mandato

La prioridad en el empleo define el discurso sobre el estado de la Unión

Antonio Caño

Obama II, la segunda mitad de la presidencia de Barack Obama, se anuncia más tranquila, más centrista y más exitosa. El presidente trató ayer de concretar esos términos en su discurso sobre el estado de la Unión, pero lo importante llega ahora, cuando tiene que hacer creíble esa transformación y ganarse la confianza de sus compatriotas para no ser un presidente de un solo mandato. Ya no hay margen para el error.

Estados Unidos está a punto de entrar de nuevo en campaña electoral. El próximo mes de mayo se celebrará el primer debate entre los candidatos republicanos a la presidencia. A partir de ahí ya es un tobogán hasta el caucus de Iowa y la repetición de un nuevo ciclo hacia las urnas. Ese es, por tanto, el horizonte en el que todos trabajan.

Varios empresarios se han incorporado recientemente a su equipo
La Casa Blanca busca ahora más pragmatismo y menos sueños
Más información
El presidente anuncia su primera gira a América Latina para marzo
Las palabras clave de Obama
Del púlpito a la luna
Obama responde a los internautas a través de YouTube
EE UU crece más rápido

Varios de los principales colaboradores de Obama han dejado ya Washington para comenzar con la planificación de la campaña en Chicago, la ciudad de Obama. El capitán de todos ellos, David Axelrod, que todavía está aquí, se les sumará en unos días más. La Casa Blanca anunció la pasada semana oficialmente el inicio de la actividad electoral del presidente, aclarando que eso no significa que se desatiendan sus obligaciones como líder del país.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Parte del éxito de la campaña electoral que se acerca depende de gobernar bien ahora. Así es que Obama, con el viento a favor después de los sucesos de Tucson y, por primera vez desde su toma de posesión, remontando velozmente en las encuestas, ha recompuesto su equipo y redefinido su gestión -detallado en el discurso de anoche- para alcanzar ese doble objetivo.

La recomposición de su equipo continuó la semana pasada con el nombramiento del presidente y primer ejecutivo de General Electric, Jeffrey Immelt, como presidente de un grupo de asesores económicos externos en sustitución de Paul Volcker, un veterano y respetado ex presidente de la Reserva Federal. Es todo un ejemplo de otros nombramientos que Obama ha hecho recientemente y un síntoma de sus intenciones: más proximidad a la economía real, mejores relaciones con los empresarios, más pragmatismo y menos sueños. Algo similar se puede decir de la elección de William Daley, un antiguo ejecutivo de JPMorgan, como nuevo jefe de Gabinete, la posición más importante del entorno presidencial.

En cuanto a la redefinición de su presidencia, se puede resumir que está sostenida en cinco principios:

- Visión. Obama intenta proyectar su presidencia hacia más allá de 2012. Ayudado por el éxito de la reciente visita del presidente de China, Hu Jintao, que ha acabado de convencer a los norteamericanos de que tienen que competir fuertemente por el liderazgo mundial, el presidente intenta señalar el camino, identificar las transformaciones estructurales y mentales que el país necesita hacer para mantener su supremacía a lo largo de este siglo.

- Economía. Cualquier plan de largo plazo fracasará si no se afrontan primero las urgencias económicas del país, especialmente el desempleo. Las últimas cifras son mejores -9,1% en diciembre- y el optimismo de los norteamericanos respecto al año próximo ha crecido. La mayoría de las grandes empresas ganan dinero y la Bolsa sobrepasa niveles previos a la crisis de 2008. Es necesario todavía, no obstante, crear un clima de estabilidad en la inversión y acelerar el crecimiento (alrededor de un 3% el año pasado).

- Papel del Estado. En la batalla económica es esencial para Obama definir con claridad su concepto del Estado. Hasta ahora, con la reforma sanitaria, la reforma financiera y el plan de estímulo económico, ha actuado como un partidario del intervencionismo. En varias ocasiones ha explicado que lo ha hecho, en parte, obligado por unas circunstancias económicas extremas que obligaban a actuar con urgencia. Ahora pretende un mayor equilibrio en esa función.

- Bipartidismo. El debate sobre el papel del Estado es el corazón del debate político. Los republicanos tuvieron éxito al retratar a Obama como un socialista y consiguieron deformar su figura ante el público con una campaña de propaganda frecuentemente sucia. Después del tiroteo de Tucson, el clima ha cambiado. Los ciudadanos quieren que los dos partidos se entiendan mejor. La decisión de demócratas y republicanos de sentarse juntos anoche en el pleno puede ser un mero gesto, pero ayuda a Obama a presentarse como una figura conciliadora.

- Ideología. Aunque no se presente como tal, una parte de la pelea que se presentó en el discurso sobre el estado de la Unión y se vislumbra ante el futuro inmediato tiene que ver con la ideología: ¿Cómo recortar el déficit sin amenazar los programas sociales?, ¿cómo aumentar el control de las armas con el apoyo de la población?, ¿cuándo atajar en serio el cambio climático?

Las guerras de Irak y Afganistán quedan en un segundo plano frente a esos retos. Por ahora no es en esos escenarios en los que Obama se juega la reelección, que es de lo que se trata a partir de hoy.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_