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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Complicación alemana

No ha quedado en muy buen lugar la proverbial capacidad de organización alemana tras la sorprendente renuncia del presidente del Bundesbank, Axel Weber, a presentar su candidatura a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE). El obligado agotamiento de los dos periodos de mandato del francés Jean Claude Trichet, al final del próximo octubre, hacía tiempo que había situado al representante alemán en el consejo de gobierno de esa institución como principal aspirante. Bajo el amparo de las tópicas "razones personales" el repentino cambio de preferencias de Weber podría haberse amparado en las tentaciones de trabajar para algún gran banco alemán, en mayor medida que las igualmente conjeturadas diferencias de criterio con las líneas de actuación más recientes del BCE. Lo cierto es que pocos meses antes de la renovación de Trichet se ha visto obligado a dejar su hueco en el Bundesbank, al final del próximo abril, y por tanto en el máximo órgano de dirección del BCE, al responsable de los asesores económicos de la canciller Merkel, Jens Weidmann. Este será el presidente más joven en la historia de ese banco central, cuyos estatutos sirvieron de referencia básica a los del BCE a la hora de afianzar su independencia de los Gobiernos.

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El próximo presidente del BCE será...

No es la primera vez que el máximo responsable del Bundesbank decepciona al Gobierno y a los ciudadanos alemanes. El antecesor de Weber también se vio obligado a dimitir en 2004 por aceptar algún regalo de otro de los grandes bancos privados alemanes. El nombramiento de Weidmann, un cualificado economista, altera en cierta medida la tradicional independencia política del Gobierno de turno de quienes ocupan esa posición en el Bundesbank. Su estrecha proximidad a la canciller Merkel cuestiona esa radical autonomía, en mayor medida que la limitada experiencia relativa que señalan sus 42 años de edad.

No puede asegurarse que Weidmann sea finalmente el candidato en el que finalmente se empeñe el Gobierno alemán para la presidencia del BCE. El activismo que sigue manteniendo el gobernador del banco central italiano Mario Draghi, tratando de despejar especialmente ante los medios de comunicación alemanes cualquier duda sobre su rigor y alineación junto a los halcones del consejo de gobierno, es algo más que una señal. Draghi dispone de cualificación técnica suficiente y experiencia no menos relevante. Su destacada posición ejecutiva en el banco de inversión Goldman Sachs, cuya actuación en la crisis financiera sigue siendo objeto de severas críticas, es el único elemento que ha erosionado su reputación y puede constituir un obstáculo en esa legítima aspiración. Que provenga de una de las economías del sur, no precisamente ejemplar en la conducción de las finanzas públicas, no debería ser un impedimento. En realidad, la verdadera madurez en esa institución se alcanzará cuando la máxima responsabilidad en su gobierno recaiga en alguien no perteneciente a las economías más cercanas al núcleo duro de la eurozona. El hecho de que el actual vicepresidente del BCE provenga de otra economía del sur -es portugués- tampoco debería reducir las probabilidades de que el italiano sea finalmente el elegido.

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