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EUROZONA | Laboratorio de ideas

¿Pifia o catástrofe?

Los observadores de la eurozona están agitados. Una entidad crediticia europea, o varias, ha tomado prestados de pronto 15.000 millones de euros el 17 de febrero de la línea de crédito marginal del Banco Central Europeo (BCE), normalmente un suministro de efectivo rápido "de emergencia" para bancos que no tienen otras opciones de préstamo. Hoy la cifra ha permanecido elevada. ¿Es esto un error, o de repente estamos siendo testigos del comienzo de otra quiebra por falta de liquidez como la de Lehman?

La respuesta es: todavía no lo sabemos. El BCE no desglosa el uso de esta línea de urgencia por bancos o nacionalidades. El mero hecho de que el uso sea elevado no es un indicio del Armagedón. El repunte podría deberse a una metedura de pata. En ausencia de pruebas decisivas, el mercado cruza los dedos deseando que no haya ninguna explicación siniestra.

La próxima subasta semanal de fondos del BCE, el 22 de febrero, podría ofrecer una pista. La última subasta mostró que los bancos europeos tomaron prestados 19.000 millones menos de los 160.000 millones esperados a través de la oferta semanal, al 1%. Un banco podría simplemente haber calculado mal sus necesidades, lo que le habría conducido el 17 de febrero a apresurarse presa del pánico a garantizar la financiación rápida, al 1,75%.

Un error de cálculo tan garrafal parece improbable. Pero si eso es lo que está pasando, el uso de urgencia debería permanecer elevado hasta la oferta de la próxima semana, y experimentar entonces una recuperación rápida. Luego, un banco ruborizado pero solvente que se hubiese hecho un lío con sus operaciones de liquidez debería ser capaz de refinanciarse en el mercado interbancario. Tengan en cuenta que la cifra del préstamo semanal tiende a sufrir oscilaciones en cualquier caso y es difícil sacar conclusiones seguras.

Otro indicador será lo que le suceda al uso de urgencia el próximo miércoles. Si vuelve a bajar bruscamente hasta los 1.200 millones del martes pasado, la hipótesis de la metedura de pata parecerá más probable y la reacción más bien optimista del mercado hasta ahora estará justificada. Si permanece elevada, puede que los mercados se preocupen más.

Pero en este caso, puede que la explicación no sea que hay un banco con problemas graves. Se sabe que el BCE está cada vez más molesto por haber tenido que dedicarse a ayudar a bancos en dificultades en vez de centrarse en la política monetaria. Puede que haya avisado a los bancos irlandeses (que a finales de enero habían tomado prestados 126.000 millones) de que no pueden seguir participando en sus ofertas semanales baratas. Si así fuese, tendrían que usar la línea rápida más cara, o bien el programa de ayuda de emergencia por crisis de liquidez de sus propios bancos centrales, una alternativa a la financiación del BCE. Lógicamente, esto plantea a su vez la pregunta de por qué el BCE querría andarse con tanto misterio a la hora de reducir la ayuda vital de los bancos, si una consecuencia es asustar al mercado. Todas las partes tendrán que esperar que este enigma se resuelva rápidamente.

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