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Pasado y futuro

Las nuevas vías hacen muchas cosas: detectan la ubicación de los trenes, cuentan el número de ejes que pasan por un punto y luego comprueban que todo sigue igual, miden la temperatura de las ruedas por si alguna tiene un defecto que produzca mayor fricción de la necesaria, notan también si alguna rueda tiene algún tipo de muesca que dañaría a la vía. Perciben si la carga de algún vagón está desequilibrada. Y no sólo lo detectan, informan centro de control que lo comunica al maquinista para que lo corrija o se aparte de la vía. Así son las nuevas instalaciones ferroviarias que permiten velocidades de más de 300 kilómetros para pasajeros y de hasta 120 kilómetros para las mercancías.

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Un mercancías de 600 metros

A su lado están las reliquias del pasado. Deberían estar en el museo del ferrocarril, pero hay tantas que no caben. Catenarias de los años sesenta, vías de cuando las máquinas de carbón. "Esto afecta al tráfico de todo tipo de trenes y a la gente. Hay unos trenes estupendos, pero no se puede hacer más con estas instalaciones", comenta uno de los 11 maquinistas que viajaron en el convoy. Dos, porque la antigüedad de las instalaciones impide que viaje uno solo: el resto estaban en periodo de formación porque la demanda sube.

Y España ¡con estos trenes!

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