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Reportaje:

Un número uno de futuro

El alemán Martin Kaymer sigue la estela de Langer y se convierte con 26 años en el segundo golfista más joven en ser el mejor del mundo, solo por detrás de Woods

Juan Morenilla

Quizás para tomar en perspectiva cualquier marca en el golf habría que eliminar de la lista a Tiger Woods, hacer un aparte con él, evitar la comparación con el jugador que ha batido (pulverizado sería más apropiado) casi todos los récords de precocidad. Porque con Woods al lado todos salen perdiendo.

Martin Kaymer tiene 26 años y desde hoy es el nuevo número uno mundial en vez del británico Lee Westwood, a quien el honor le ha durado menos de cuatro meses. Una hazaña para alguien tan joven. Solo el canibalismo de Woods ha impedido al de Düsseldorf convertirse en el golfista más precoz en ser el mejor. Lo de Woods es de otro planeta. El estadounidense apenas tardó 42 semanas desde que pasó a profesional en tomar el poder. Era junio de 1997 y tenía únicamente 21 años, cinco menos que ahora Kaymer.

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Kaiser Kaymer. La prensa alemana comienza a descubrir por fin al sucesor de Bernhard Langer. Kaymer es el segundo germano en ganar un torneo del Grand Slam, el Campeonato de la PGA norteamericana de 2010, después de las dos chaquetas verdes de Langer en el Masters de Augusta. Y también releva a su maestro en heredar el número uno (Langer ocupó el podio tres semanas en 1986). Pero hasta ahora había tenido pocos titulares en su país. Después de ganar el PGA, se fue a cenar a un McDonald's con su novia como si nada. "Ahora la gente habla de mí como si fuera el próximo Boris Becker", cuenta Kaymer. Para lograr un trozo en las portadas deportivas ha tenido que ganarlo casi todo en el último medio año: cuatro títulos, un grande incluido, además de la Copa Ryder con Europa y la Orden del Mérito del circuito europeo.

¿Qué tipo de golfista es Kaymer? Le define Álvaro Quirós, golfista de su generación -y a quien le perdieron el juego de palos en el trayecto en avión Phoenix-Londres-Málaga al regresar del Match Play-: "Ser el número uno del mundo es más que jugar muy bien. Kaymer tiene un carácter privilegiado. Es muy disciplinado con su juego. Aparte de talento, tiene la mentalidad para ser el mejor. Va a ser un número uno sólido. Es un pateador superlativo, pero sobre todo es muy consistente con los hierros. Y tiene ese carácter alemán, caudriculado. Cuando tiene un plan, no se entretiene por el camino. No lo cambia. Va a por él".

Kaymer jugó anoche la final del Mundial Match Play, en Arizona, contra el sorprendente británico Luke Donald, que llegó al último partido como un tiro. El alemán perseguía además lograr el récord de precocidad de un ganador del torneo. Lo tenía, quién si no, Woods: 27 años en 2003.

En efecto, Kaymer tiene un carácter de acero. Es un gran competidor. Su carrera quedó marcada en 2008, cuando la muerte de su madre le hizo relativizar más las cosas y aprender a jugar al golf sin tanta presión. "Me di cuenta de que el juego no es lo más importante. Muchas personas se lo toman demasiado en serio. Yo no soy feliz si pierdo, claro, pero el golf no es vida o muerte. Ahora juego más libre. No me siento frustrado como antes cuando no me salían las cosas", contó después de ganar el Campeonato de la PGA.

Al nuevo número uno le queda una espinita clavada. Tres veces ha aparecido en el Masters de Augusta, el escenario en el que se doctoró Langer, y las tres no pasó el corte tras la segunda vuelta. En abril volverá como un jugador nuevo.

Martin Kaymer, en el Mundial Match Play.
Martin Kaymer, en el Mundial Match Play.STUART FRANKLIN (AFP)

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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