_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Lobbycracia'

Manuel Rivas

La feroz campaña contra Obama por la reforma del sistema de salud desbordó los diques entre periodismo y lobbies, lo que llevó a algunos medios a una posterior autocrítica. No hubo escrúpulos en presentar como "especialistas independientes" a ex altos cargos de la derecha republicana, a sueldo de aseguradoras privadas. Viene a cuento el asunto al ver el tratamiento informativo a una intervención de Aznar en un foro de la FAES sobre el futuro energético para España. Todo previsible. Crítica a las "ocurrencias" del Gobierno, más nucleares y loa al modelo francés. No está precisamente solo en la copla. El pensamiento único es también un pensamiento atómico. Si por ellos fuese, Túnez, Libia, Egipto y tutti quanti contarían hoy con instalaciones nucleares, por lo que nos encontraríamos con un escenario apoteósico. En 1981 pude ver con mis ojos cómo se arrojaban los residuos radiactivos europeos en pleno Atlántico. Los pronucleares defendían esta monstruosidad con argumentos que hoy resultan de una estupidez atómica. Pero lo llamativo en estas noticias no es solo lo que se dice, sino la posición que se le atribuye a quien predica. Así, Aznar es presentado con el rótulo de "Expresidente del Gobierno", cuando, dada la naturaleza del caso, el dato importante es su condición de asesor de una gran empresa de energía, Endesa, privatizada durante su mandato. El mismo tratamiento correspondería a Felipe González, contratado por Gas Natural, cuando hable de energía. Ahí ambos coinciden, así que podrían compartir un rótulo: "Asesor pronuclear". Las cosas como son. Margaret Thatcher era conocida, entre otros méritos, por su aversión al tabaco. No permitía que nadie fumase a tres millas de distancia. Cuando dejó el poder, uno de los trabajos que aceptó fue el de cabildera de la tabaquera Philip Morris para conseguir mayor permisividad y mercado en Asia. Odiaba el tabaco, pero cumplió bien su liberal misión: "¡Asesora en humo!".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_