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Kazajistán celebra elecciones para refrendar a Nazarbáyev

El rico país petrolífero de Asia Central apuesta por la energía atómica

Pilar Bonet

Nursultán Nazarbáyev, de 70 años y líder de Kazajistán desde hace más de dos décadas, se dispone a permanecer otro lustro en el poder mediante unas elecciones presidenciales que en la práctica son un referéndum sobre su persona. Nadie duda de que Nazarbáyev, que obtuvo oficialmente más del 91% de los votos en 2005, será confirmado mañana en su puesto. Los contendientes que en su día fueron considerados un desafío serio a su mandato han desaparecido, ya sea por haber muerto, emigrado o haber diluido su energía en el letargo político de Kazajistán.

Entre 1989 y 1991, este astuto político fue el máximo dirigente comunista de Kazajistán, cuando esta rica y enorme república de más de 2,5 millones de kilómetros cuadrados era aún parte de la URSS. Al desmoronarse el imperio soviético, Nazarbáyev garantizó la estabilidad del nuevo país y, comparado con otros despóticos mandamases centroasiáticos, adquirió fama de sensato y relativamente benévolo en su autoritarismo. Durante algunos años, el líder kazajo se esforzó por convencer a Occidente de que quería aplicar un programa de democratización. Para alentarle, la Unión Europea, con algunos entusiastas como España, apoyó las aspiraciones de Kazajistán a presidir la OSCE. Cumplido este fin en 2010, los planes de democratización de Kazajistán parecen haberse evaporado e incluso ha habido un intento de suprimir los comicios presidenciales y dejar a Nazarbáyev en su cargo hasta 2020. Tras la reacción negativa que estas ideas causaron en Occidente y en el mismo Kazajistán, el plan fue abandonado y sustituido por elecciones anticipadas, un procedimiento no contemplado en Kazajistán que ha obligado a modificar la Constitución.

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Los que menos dudan de la victoria de Nazarbáyev son precisamente sus "contrincantes" electorales, tres políticos poco relevantes que configuran tres supuestas opciones: Gani Kasímov (el patriota), Zhambil Ajmetbekov (el comunista) y Mels Eleusizov (el ecólogo).

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"Me presento para plantear el tema de la ecología y concienciar a la gente y al presidente", afirma Eleusizov al finalizar una reunión con estudiantes en la Universidad Técnica de Karagandá, una ciudad industrial del norte del país, contaminada y sucia. Eleusizov está en contra el proyecto ruso-kazajo de construir una central nuclear en Kazajistán. Admite, sin embargo, que Kazajistán no es Alemania y que Nazarbáyev "no perderá las elecciones por motivos ecológicos".

Esta semana, el jefe de Rosatom (el organismo ruso responsable de la energía atómica), Serguéi Kiriyenko, aseguró que la central nuclear proyectada en Aktáu, en la ribera kazaja del Caspio, será la más segura del mundo y, aunque el proyecto no está cerrado, firmó con los representantes kazajos un programa bilateral de colaboración en el campo de la energía atómica, que incluye el proyecto para construir el reactor.

En época soviética, Kazajistán fue víctima de las ambiciones nucleares de la URSS. En el polígono de Semipalátinski -unos 18.500 kilómetros cuadrados en el noreste del país-, Moscú realizó las primeras pruebas con cargas atómicas en 1949. Eran experimentos al aire libre que, según de donde viniera el viento, obligaban a evacuar a los campesinos residentes en la zona. A partir de 1963, se prohibieron las explosiones al aire libre, pero el polígono se cerró solo en agosto de 1991 por decisión de Nazarbáyev y después de que el movimiento ecologista, por entonces muy fuerte, hubiera denunciado los altos índices de cáncer en la zona, donde campesinos y ganaderos siguen utilizando la tierra para el cultivo y los pastos sin ningún control de radiactividad.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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