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Columna
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Hay elecciones, idiotas

Juan José Millás escribió una vez un artículo sobre los problemas sucesorios. Y cayó en la cuenta de que las cosas no ocurrían necesariamente unas después de otras. En ocasiones, el antes precedía al después. Decía este escritor que un buen ejemplo de ello eran las personas obsesivas, que sufrían con antelación catástrofes que luego pasan de verdad. El PSOE en Andalucía lleva meses sufriendo el crepúsculo de su último mandato, a pesar de que las elecciones autonómicas no se celebran hasta 2012 y los dirigentes de este partido siguen convencidos que es muy difícil que el PP gane unos comicios en esta comunidad.

El PSOE ha decidido perder las próximas elecciones en Andalucía antes de que las gane el PP. Y parece empeñado en hacer saltar el partido por los aires antes que sea la propia pérdida del poder la que lo haga saltar por los aires. Si se fijan bien, es un problema de percepción. Los socialistas han interiorizado la derrota antes de que se produzca la victoria de Javier Arenas y actúan como si todavía hiciera falta un empujón más para que el líder del PP obtenga la mayoría absoluta. Hay cosas que suceden antes de que lleguen a pasar, por eso había socialistas convencidos de que el lío interno del partido iba a preceder al previsible varapalo de las municipales.

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El revulsivo que suponía el anuncio de Zapatero de no repetir empezó el domingo a instalarse entre la militancia socialista. Como las alegrías últimamente duran poco en la Casa del Pueblo, el efecto se disipó en 24 horas. Ayer lunes, los socialistas andaluces volvían a la normalidad: la polémica judicial de los ERE con intrusos y seguir hablando de jubilaciones de sus dirigentes, la última de ellas también anticipada. La marcha de Luis Pizarro le ha abierto a José Antonio Griñán la cuarta crisis de Gobierno en apenas dos años y lo que es peor, un frente de batalla que ofrece innumerables incógnitas. De un lado, las que tienen que ver con el desmoronamiento de un partido político que va acumulando malestares en varias provincias. De otro, el previsible cuestionamiento de Griñán como candidato a la presidencia de la Junta si la derrota en las municipales adquiere los tintes que auguran las encuestas.

En el manual de Cómo perder elecciones en cómodos plazos, figura un capítulo entero destinado a ambos apartados, por lo que es previsible que el PSOE-A no esté dispuesto a saltarse iniciativa alguna que haga posible que Arenas obtenga la victoria. El PP va a ganar los comicios por incomparecencia del contrario, que todavía no ha iniciado la campaña y ya la tiene terminada. Caen tanto los porcentajes de votos del PSOE en las encuestas, que los sondeos predicen la victoria del PP en las autonómicas de 2012 antes incluso que en las municipales del mes de mayo. Los candidatos del PSOE a las alcaldías en Andalucía no se enfrentan a los dirigentes del PP, sino a los de su propio partido.

Otro ejemplo de que a veces en política hay un después que precede al antes, fue la marcha de Manuel Chaves. El anterior presidente de la Junta le dejó una previsible derrota electoral a Griñán antes de que este último accediera al cargo. Tras 19 años de mandato, el desgaste de Griñán fue anterior a la despedida de Chaves. El deterioro de tres décadas de gobiernos de un mismo partido político en Andalucía precedió al cambio de presidente, por lo que cuando llegó el nuevo ya era viejo para muchos ciudadanos. Con Luis Pizarro también ha habido un después y luego un antes. El consejero de Gobernación y Justicia hacía tiempo que no estaba antes de haberse ido.

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Millás decía que hay semanas que pasan tan deprisa que llega el sábado antes que el lunes y novelas a las que se les intuye el final al principio de leerlas. En el PSOE se ha desatado la crisis tras la derrota antes de la derrota y alguien debería decirles: "Hay elecciones, idiotas".

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