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Crónica:MUNDIAL DE F-1 | Gran Premio de China
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ferrari va contra su historia

A diferencia de Red Bull, las urgencias de la escudería italiana precipitan los cambios y la inestabilidad dentro del equipo

Oriol Puigdemont

Niki Lauda pasa por ser uno de esos personajes ilustres de la fórmula 1 que se puede permitir el lujo de decir siempre lo que piensa, independientemente de que siente bien o mal. Cuando abre la boca, el austriaco puede atizar a cualquiera. Hace dos años, se le preguntó acerca del bochornoso inicio de curso de Ferrari (Lauda ganó el título mundial con esta escudería en 1975 y 1977 y con McLaren en 1984), que no sumó un solo punto en las tres primeras carreras, y su respuesta fue lapidaria: "El problema es que los italianos han tomado el control". El organigrama de los bólidos rojos así lo indicaba. Una estrategia comprensible, por otro lado, si se atiende a que Ferrari es prácticamente una cuestión de estado en Italia, un símbolo del país.

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Con la marcha de Ross Brawn y Michael Schumacher, en 2006, y de Jean Todt, en 2007, la cúpula de Ferrari planeó una reorganización que dio paso a un proceso de italianización que deshizo el grupo de técnicos, más de 20 personas, que El Kaiser se llevó de Benetton tras conquistar sus dos primeras coronas (1994 y 1995). El puesto de Todt como máximo responsable deportivo lo asumió Stefano Domenicali, nacido en Imola hace 45 años y que se ha pasado los últimos 20 empapándose de la filosofía de la marca. Rory Byrne, un sudafricano que ocupó el cargo de diseñador jefe hasta que en 2006 se fue al sudeste asiático para encargarse de una escuela de buceo, dejó paso a Aldo Costa (Parma, 1961), que hoy es todavía el encargado de señalar la línea a nivel técnico.

Fernando Alonso y Schumacher llegaron a la estructura de Il Cavallino con dos coronas cada uno, pero las circunstancias que se encontró el alemán no tienen nada que ver con las que recibieron al español. El de Kerpen aterrizó en 1996 en un equipo que llevaba 17 años sin conseguir el título de pilotos y Luca Cordero di Montezemolo, el presidente, le puso delante un cheque en blanco. Schumi se llevó a la mitad de los ingenieros de Benetton, entre los que estaban Brawn y Byrne, mientras que Todt se encargó de ofrecer al nuevo conjunto la estabilidad necesaria para trabajar con tranquilidad. Tardaron cinco años en conseguirlo, pero, cuando lo lograron, encadenaron la mejor racha de la historia de esta disciplina (cinco títulos seguidos de 2000 a 2004).

Por contra, Alonso llegó solo y, desde entonces, La Scuderia ha vuelto a remodelar su estructura, forzada en parte por el gatillazo de la última prueba del curso pasado, en Abu Dabi, donde un error de cálculo sirvió el título en bandeja a Sebastian Vettel cuando el ovetense era el favorito. Hoy nadie sabe dónde está Chris Dyer, el responsable de la estrategia de entonces, y se han incorporado Pat Fry, de McLaren, y Neil Martin, de Red Bull, como estrategas. Fry opera desde el muro y Martin desde Maranello.

"Tras la marcha de Todt, Ferrari afrontó un cambio obligado. Pero el problema, como siempre, son las urgencias históricas. En la fórmula 1, los grandes no tienen tiempo para asimilar los cambios debido a la presión por ganar", opina Lauda. En ese sentido, la exigencia que afecta a este equipo no es distinta a la que tienen McLaren o el Madrid, el Barça y el Manchester United, en el caso del fútbol, o los Lakers, en la NBA.

"Cuando Michael llegó, hubo un grupo que pudo aguantar unos años, aunque estoy seguro de que hubo presiones porque no ganaban. El año pasado estuvieron a punto de ganar. Pero, al final, no lo hicieron y volvieron a moverlo todo", tercia Joan Villadelprat, que coincidió con Schumacher en Benetton. "Red Bull tiene ventaja. En 2010 se jugaron el título con Ferrari en la última carrera, pero Mateschitz [Dietrich, el propietario] dijo que le daba igual ganar o perder, que lo que quería era jugar limpio. ¿Sabe la tranquilidad que da eso a todo el mundo?", argumenta el técnico. Red Bull nunca tendrá la presión de un constructor con el relumbrón de Ferrari. Y ha vuelto a comenzar el Mundial lanzado. Tras dos victorias, Vettel consiguió ayer en Shanghái por tercera vez la primera posición en la parrilla de salida. Alonso fue quinto. Y Jaime Alguersuari celebró su mejor puesto: séptimo.

Alonso mira el coche de Vettel tras conseguir la<i> pole</i> el piloto de Red Bull.
Alonso mira el coche de Vettel tras conseguir la pole el piloto de Red Bull.MARK THOMPSON (GETTY)

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