_
_
_
_
_
DESDE MI SILLÓN | CICLISMO | Giro de Italia
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Emoción compartida

Ya han pasado más de 24 horas desde el desgraciado accidente en el que nos ha dejado para siempre Wouter Weylandt, pero las emociones aún siguen fluyendo lentamente. Y pausadamente se van acumulando en lo más profundo, por lo que tendremos que hacernos a la idea de que durante las tres semanas que quedan de carrera serán muchos los posos que saldrán a relucir.

En el pelotón, si anteayer fue un día duro por el golpe recibido con la noticia, ayer lo fue igualmente por la emoción compartida. El grupo se sometió a una catarsis colectiva, purificando públicamente la pena compartida por la pérdida de un amigo, un compañero o un conocido, lo mismo da. Pero un miembro más de la familia ciclista entendida en el ámbito más emotivo. Ayer todos eran Wouter y su dolor estaba con él, pues todos sabían que le podía haber sucedido lo mismo a cualquiera de ellos.

Más información
El día del respeto, la etapa del dolor
Weening, victoria y 'maglia' rosa

También para mí, al igual que para todos los amigos que tengo en ese pelotón, fue un día difícil. Yo pensaba en Tom Stamsnijer, compañero mío en el Rabobank en el Giro de hace dos años, compañero ahora de Weylandt en el Leopard en este Giro. Una no fue suficiente Tom, te ha tocado ahora sufrir todavía otra más y aún más dura. O en Luca Guercilena, mi exdirector en Quick Step y ahora director del Leopard, equipo al que había llegado junto a Wouter. Luca, todo mi corazón esta hoy con vosotros, le dije aunque él ya lo sabía.

Y me acordaba mucho de Ardila, Menchov y Kozonchuk, compañeros míos de equipo en esta carrera hace ahora dos años. También ellos estaban pasando por mi mismo trance, el de verte obligado por las circunstancias a retrotraerte y revivir de ese modo unos recuerdos deliberadamente olvidados.

Yo, personalmente, hoy lo comentaba con varios amigos, me he visto cayendo en un bache que ni siquiera me imaginaba que existía en mi camino. Y aquí estoy ahora, tratando de salir de él. Siempre miré hacia adelante, las circunstancias y mi situación así lo exigían, y nunca quise volver la vista atrás. En los momentos más complicados, no podía dejar que me abandonase ese optimismo vital que siempre me había acompañado. Y en ello concentré toda mi energía, haciendo todo lo mejor que pudiese. Pero lo ocurrido en torno a este fatídico accidente ha hecho que inevitablemente mi cabeza se haya vuelto y haya tenido que mirar a los ojos a ciertos recuerdos que ni sabía que existían. Ahí estaban ellos con el diente afilado esperando un momento como este. Por eso que hoy, en mi íntimo sufrimiento, he decidido aislarme del mundo y dejar que mi teléfono echase humo. No quería la más mínima dosis de protagonismo, no me lo merecía. Wouter no está entre nosotros y hoy se merece todos nuestros pensamientos. Y yo sufro y eso es señal de que estoy aquí, vivo. Pero Wouter, no; Wouter ya ni sufre ni sufrirá. Y eso es triste, muy triste. Descansa en paz, amigo, tal y como ayer te decía.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_