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La muerte de Bin Laden

Obama respaldará de forma inequívoca las protestas en el mundo árabe

Antonio Caño

Barack Obama dará un respaldo inequívoco a los movimientos de protesta surgidos en el mundo árabe y utilizará la muerte de Osama bin Laden como punto de inflexión en una política norteamericana en Oriente Próximo centrada en la lucha contra el terrorismo, hacia otra que busca la confluencia con los sectores que impulsan la democracia, según han anticipado altos funcionarios sobre el mensaje que el presidente tiene previsto lanzar la próxima semana.

"Bin Laden es el pasado; lo que está ocurriendo en la región es el futuro", declaró a The New York Times Ben Rhodes, viceconsejero de Seguridad Nacional. Obama quiere centrar su discurso en lo que ese levantamiento popular representa y dejar claro que cuenta con el apoyo de la Casa Blanca, pese a la inquietud que eso despierta entre algunos de los principales aliados de EE UU en la zona, como Arabia Saudí e Israel.

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La Administración norteamericana ha respaldado, con algunas contradicciones y dudas, las protestas que derrocaron a Hosni Mubarak en Egipto y forma parte de la coalición que defiende a los rebeldes en Libia, pero no ha dado hasta ahora una indicación global y tajante de qué lado está.

EE UU está estrechamente implicado en la defensa de Israel, tiene bases militares en Oriente Próximo y forma parte del equilibrio estratégico que ha sostenido durante décadas a diversos regímenes totalitarios. Una reconsideración de esa estrategia representa, por tanto, una apuesta de enorme trascendencia para el futuro.

La Casa Blanca considera que la muerte de Bin Laden es la ocasión propicia de dar ese paso. "Es importante recapacitar y decir que la trayectoria del cambio está en la buena dirección", añade Rhodes. Los asesores del presidente admiten que esa vía tiene riesgos, incluido el que algunos de esos países caigan en manos de regímenes extremistas o proislámicos, pero creen que ese es un riesgo que vale la pena correr.

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Obama está preparando personalmente su próximo mensaje, consciente de que está en juego una parte esencial de su política exterior y de seguridad. Obama, contradiciendo a veces las recomendaciones del Pentágono o del Departamento de Estado, ha visto desde el primer día las protestas árabes más como una oportunidad que como un peligro, y, según el consejero de Seguridad Nacional, Thomas Donilon, sigue de cerca y de forma muy meticulosa los acontecimientos diarios en Oriente Próximo. "El presidente es la principal fuerza intelectual detrás de estas decisiones y, en muchos casos, el que diseña cómo abordarlas", asegura Donilon.

Para que este giro de la política no resulte aún más arriesgado, Washington tendrá que apuntalar sus relaciones con sus aliados. La amistad con Israel y Arabia Saudí se ha enfriado en los últimos meses. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visitará EE UU la próxima semana para abordar ese problema.

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