La guerra del pinganillo
El año que viene, para aprovechar el parque de pinganillos inútiles, pues estarán prohibidos en las carreras, la UCI podría utilizarlos para obligar a los ciclistas a denunciar conductas incorrectas en el pelotón, como agarrarse a un coche para subir un puerto. Habría más limpieza, más responsabilidad, y no harían falta comisarios. Sin embargo, se antoja impracticable porque los equipos no parecen dispuestos a dar por perdida la batalla de los pinganillos.
El pasado fin de semana, el presidente de su asociación, Jonathan Vaughters, envió un correo electrónico a todos los directores recordándoles que el boicoteo a la carrera de Pekín, en octubre, sigue en pie porque el presidente de la UCI, Pat McQuaid, no ha respondido a su carta del 4 de marzo, en la que exigían reunirse para discutir el asunto. Recordaba también Vaughters cómo el accidente mortal de Weylandt pone en primer plano que la seguridad es una asignatura pendiente.