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Elecciones municipales y autonómicas | El éxito del PP

Rajoy lidera una victoria aplastante

El presidente popular logra un enorme poder territorial de cara a las legislativas

Carlos E. Cué

Incluso para un hombre tan paciente y tranquilo como Mariano Rajoy, siete años es mucho tiempo. Es el que ha tenido que esperar, desde la debacle del 14 de marzo de 2004, para tener una noche electoral de euforia total. Tardó en llegar, pero lo hizo de una manera desbordante, inesperada, arrolladora. Rajoy ha superado todos los récords de su propio partido. Y ha obtenido el mayor aval posible a su estrategia de bajo perfil para no movilizar a la izquierda, iniciada en el difícil congreso de Valencia de 2008. Ya solo le queda aguantar un poco más hasta las generales para recoger los frutos del hundimiento del PSOE y alcanzar el triunfo soñado, a la tercera, que le lleve a La Moncloa.

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El PP ocupa desde anoche una posición de hegemonía inaudita en el mapa de poder autonómico de España desde el rodillo socialista de los 80. Lo tiene casi todo, salvo Andalucía -que con este resultado va camino de pasar a manos del PP en 2012-, País Vasco, Cataluña, Navarra y Asturias. El tablero político, según los primeros análisis del entorno de Rajoy, abre paso a una extensiva hegemonía del PP.El PP tiene así más argumentos para su estrategia central de los últimos meses: la petición de elecciones anticipadas. "Los españoles están pidiendo urnas", opinó Soraya Sáenz de Santamaría. La presión será cada vez mayor, aunque Rajoy ya ni siquiera se ocupa de insistir. Anoche, cuando salió a saludar desde el bancón, no pidió el adelanto electoral que sí exigió, a su lado, Esperanza Aguirre. Él se limitó a dar las gracias a los votantes y resaltó que este ha sido "el mejor resultado de la historia del PP". En la calle, los impatizantes coreaban: "Esto es democracia y no lo de Sol". Y luego, "Bildu ¡fuera!".

A pesar del resultado tan abultado, en la calle Génova no quieren ni hablar de una mayoría absoluta en las generales, entre otras cosas porque no quieren que esa idea se extienda y movilice a la izquierda. Pero muchos dirigentes empiezan a contemplarlo como una posibilidad más que real. El hundimiento del electorado del PSOE es tan fuerte que todas las opciones están ya encima de la mesa.

El PP superó ampliamente el mejor de sus sueños. Se buscaba un triunfo histórico, con una diferencia global similar a la de 1995, que abrió la brecha para la victoria en las generales de 1996. Y en vez de cinco puntos, como entonces, el PP logra 10 puntos de diferencia en las municipales sobre el PSOE, algo inaudito en municipales. Y conquista Sevilla, A Coruña y Córdoba.

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Pero en un país cuasifederal como España, el poder está en las autonomías. Y ahí también los resultados superaron las expectativas. Presidirá Castilla-La Mancha, la apuesta más fuerte de Rajoy; el PP arrasa en Madrid y en la Comunidad Valenciana, demostrando, como creía Rajoy, que el caso Gürtel no tiene ningún efecto electoral. Baleares, pese a los escándalos y tras una gran renovación, vuelve a manos del PP, que gobernará también en Cantabria y probablemente en Aragón, en función de los pactos. Y estuvo a punto de ganar en Extremadura, algo impensable hace unos meses. En Canarias es el más votado pero quizá no pueda gobernar.

El único punto negro de la noche era Asturias. Rajoy decidió no poner de candidato a Francisco Álvarez-Cascos, el ex secretario general, para evitar una crisis interna. Y el resultado es que el PP tendrá que hacer presidente a Cascos, que ha ganado ampliamente la batalla; un resultado pésimo para la apuesta de Rajoy, Isabel Pérez Espinosa.

Nada puede ya impedir, creen en el Partido Popular, su llegada a La Moncloa. Solo es cuestión de tiempo. Rajoy sabe esperar.

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