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El exilio cubano pide espacios para invertir en la isla

Reclama leyes claras y un riesgo político "moderado"

Las cosas en Cuba (y en el exilio) empiezan a moverse. Lentamente, y ceñidas a lo económico, pero a cambiar. Si las recientes medidas flexibilizadoras del Gobierno han permitido el despegue incipiente del trabajo por cuenta propia y la iniciativa privada -en seis meses, el número de cubanos autoempleados se ha duplicado, llegando a la cifra de 320.000 personas-, fuera de la isla, en la comunidad cubana en Estados Unidos, también se ven y se dan algunos pasos.

El reciente viaje a la isla del destacado empresario exiliado Carlos Saladrigas es muestra de ello. Saladrigas es cofundador de The Vincam Group, considerada en 1998 la mayor compañía hispana de Estados Unidos, y de militar en las filas del anticastrismo duro ha pasado a reclamar la participación del exilio en la reconstrucción económica de Cuba, empezando desde ya si el actual proceso de reformas lo permite.

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Hace tres meses, Saladrigas realizó un discreto viaje a Cuba y sondeó el alcance y posibilidades de los cambios. En abril, el Grupo de Estudios de Cuba, creado por él en 2001 con el fin de seguir de cerca la situación cubana, presentó un proyecto para facilitar la concesión de microcréditos desde EE UU a pequeños empresarios en Cuba.

Esta semana, la revista del arzobispado de La Habana Palabra nueva publicó una entrevista con Saladrigas. En ella, fue más allá al afirmar que muchos empresarios cubanos en EE UU están listos para invertir si el Gobierno de Raúl Castro adopta "reglas universales" sobre los negocios, como parte del proceso de cambios económicos.

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"Sé bien el interés que tienen en poder contribuir con su talento y su tesoro para ayudar a una Cuba que prospere y progrese (...). Somos parte del enorme capital humano con que cuenta la patria", afirmó. Sin embargo, dijo el empresario, "sería éticamente inaceptable" poder hacer negocios "en calidad de inversores extranjeros, si no se les ofrece la misma oportunidad a los cubanos que residen en Cuba".

A su entender, "los cubanos de la isla conocen a Cuba; los de la diáspora no, o no tan bien. Por lo tanto, muchos empresarios del exilio desearán invertir en Cuba en sociedad con cubanos de la isla, que conocen de una forma más íntima las peculiaridades del mercado y la idiosincrasia de la Cuba contemporánea". Las reglas para que fructifiquen los negocios futuros deberían ser "las universales para atraer capital", dijo Saladrigas, y mencionó la necesidad de un marco legal "claro", un sistema judicial "efectivo y justo" para la resolución de disputas, un riesgo político "moderado", y un clima laboral "justo y equitativo". Con estas condiciones, el dinero del exilio "fluirá hacia Cuba en grandes cantidades en busca de un rédito competitivo", pronosticó.

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