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Crítica:DANZA | Suma Flamenca
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos mujeres entre volantes

Poseídas por una energía de realidad inmediata que las retroalimenta, Belén Maya y Olga Pericet han pulido mucho más su obra conjunta. La pieza se estrenó el 8 de marzo de 2010 en Jerez, y el 5 de junio del mismo año vino al Teatro Fernán Gómez. Ahora llega a un escenario de grandes dimensiones y ellas se explayan gozosas más que sobre un argumento, sobre una tensión ambiental.

El crítico no debe repetirse, y mucho nuevo se puede apuntar de estas dos mujeres, ya artistas maduras y consideradas en el panorama del baile flamenco. Entonces escribí y sostengo: "Espectáculo exquisito, sentido y calculado al milímetro, puede verificarse la espléndida madurez de Belén Maya, su particular personalidad y sus maneras, desde el ataque de las frases a los silencios, desde la respiración hasta la intención de su sobrio manejo de la bata de cola". Todo esto lo mantengo, como que el vestuario es también protagonista en una sinfonía de grises justificada (en un momento dado, las hileras de volantes se vuelven palabras en una danza rítmica sin otro acompañamiento). Es verdad que para Belén la bata de cola aparece como un vector de lenguaje expresivo y que la manipula a placer y con eficacia. La bata roja es la sangre (vida que se escapa), y se vuelve agua, deja rastro, algo que puede ser llanto y huella, o el pasado que regresa.

BAILES ALEGRES PARA PERSONAS TRISTES

Bailes alegres para personas tristes

Belén Maya y Olga Pericet; dirección musical: David Montero; vestuario: Yaiza Pinillos; luces: Ada Bonadei; dirección escénica: Juan C. Lérida. Teatros del Canal. 14 de junio.

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Belén y Olga son a la vez formalistas pero muy creativas. La obra tiene como un desgarrado mantra unas estrofas añejas cantadas por una voz rota de mujer, suena a folclore olvidado, lejano en su verdad, como el que Pericet cita explícitamente en su primera aparición acompañada del chistu, y el tambor, la pandereta, como una evocación de esa sombra pasada.

Después todo se hace más geométrico en el cálculo y se llega a otro tipo de plasticidad, del reto al juego y viceversa; la angulación permite el acercamiento entre ambas y el dibujo común de esas soledades ya remarcadas, no por dichas menos fuertes, las siluetas a contraluz de gusto expresionista, todo vehiculando a esa escena permanentemente partida en dos mitades, dos mundos, dos esferas de azar.

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Las artistas aparecen aderezadas con mimo; se respira la complicidad. Modernas son y mucho, a la vez que enraizadas en la responsabilidad de sus sagas respectivas. En ellas hay contradicción en el peralto y en la asunción de la rima, pero el arte, la honestidad destilada en verdiales, tangos, la seguiriya o la esplendorosa y poética guajira, terminan por imponer su intensidad y belleza, su espiral que es redención. El final de epifanía y lamento las vuelve a alejar, sitúa la aventura en el terreno ingrato de las ilusiones.

Belén Maya y Olga Pericet.
Belén Maya y Olga Pericet.ALBERTO HIDALGO

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