Venezuela intenta poner fin a un gran motín carcelario
Un millar de presos permanecían ayer amotinados, por tercer día consecutivo, en la abarrotada prisión venezolana de El Rodeo, próxima a Caracas. El Ejército ha enviado 5.000 militares para cercar el penal y dispersar con gas lacrimógeno a los cientos de familiares de presos congregados frente a la cárcel.
El incidente ha causado ya la muerte de dos militares y un interno. El domingo pasado las autoridades llevaron a cabo registros para desarmar las cárceles del país -donde es común que los presos escondan armas- después de que, en esa misma prisión, 22 internos murieran en un enfrentamiento entre bandas.
La estrategia del Gobierno consiste en esperar a que los presos se rindan. El ministro del Interior venezolano, Tareck el Aissami, dijo en televisión que los líderes de la revuelta insisten en "que no van a permitir la requisa [de armas]. Solo plantean imponer una suerte de vida al margen de la ley".