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Reportaje:GOLF | Hoy comienza el Open Británico

Va por Seve

El impactante juego de Rory McIlroy convive con el amor a Ballesteros

Juan Morenilla

Todas las portadas, todas las miradas, son para Rory McIlroy, el chico de 22 años que tiene encandilado al mundo del golf después de su bestial triunfo en el Abierto de Estados Unidos, su primer grande. Todos los ojos están puestos en qué hará el pequeño mago norirlandés. Si repite la exhibición de hace un mes, el Open Británico que hoy (de 10.00 a 21.00 en Canal + Golf) comienza en el Royal Saint George de Sandwich, al este de Londres, será otra vez una pelea por el segundo puesto. Sin más.

Todos los corazones, sin embargo, recuerdan a Severiano Ballesteros, el hombre que enamoró a todos los aficionados británicos y cuya muerte, en mayo pasado, dibujó una pequeña cicatriz en el alma del Open Británico. El pasillo que da entrada al campo está vestido con la secuencia de imágenes que hizo eterno al cántabro, ese puño de rabia para celebrar su victoria de 1984, una de sus tres coronas en las islas. La tela que cubre las gradas también rememora su silueta y su nombre como en un epitafio.

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La revista oficial del Open le honra con una cita del Quijote de Cervantes, pues así, en España y en Inglaterra, era visto Ballesteros, un quijote contra gigantes, "un hombre lleno de cicatrices que gastó sus últimas onzas de fuerza para llegar a las inalcanzables estrellas y hacer el mundo mejor". El torneo donará parte de sus ganancias por mercadotecnia a la Fundación de Seve, y ha abierto un libro para que los jugadores escriban sus dedicatorias al español, que regalarán a su familia.

De las manos de Seve a las manos de McIlroy. Los nostálgicos recuerdan los mejores golpes de Ballesteros, su imaginación para el golf, y quieren, desean, ver el rastro de aquellos momentos únicos en el talento del norirlandés. Después de años de dominio robótico de Tiger Woods, una maquinita jugando al golf, un autómata raramente apasionado e imprevisible, McIlroy supone una deliciosa vuelta al pasado. De ahí que el mismo Seve, seguramente emocionado por verse reflejado en ese niño, mandara varias cartas a Rory cuando este ganó sus primeros torneos. Unas hojas que ahora McIlroy guarda como un tesoro.

El impacto de este chico en el golf recuerda al de Tiger tras el Masters de 1997. Tiene un swing que podría decirse perfecto, confianza en su juego, mucha tranquilidad y el desahogo de haber ganado ya su primer grande. "Antes todos me preguntaban cuándo ganaría el primero. Ahora ya lo tengo. Me he quitado un gran peso de encima. Ya podemos hablar de ganar el segundo", dice confiado el chico. Tan seguro está alguno que McIlroy tiene el triunfo en el Británico en sus dedos que dos personas se han jugado 23.000 euros cada una en una casa de apuestas a favor del norirlandés (si gana, cada uno se llevaría más de 180.000 euros). Cuando conoce tal inversión por él, el jugador se queda tan pancho. "Soy el tipo de persona al que le gusta que le miren jugar", asegura, consciente de que la multitud que antes perseguía a Tiger, baja por lesión en el Open, ahora va a por él.

El chico norirlandés tiene los pies en la tierra, sigue jugando con su padre y da poca importancia a que la organización no vaya a recogerle, por descuido, al aeropuerto. Severiano Ballesteros siempre será recordado como un genio. Woods dominó el golf como nadie. Ahora todos miran a McIlroy.

McIlroy, durante el entrenamiento de ayer.
McIlroy, durante el entrenamiento de ayer.GLYN KIRK (AFP)

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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