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EL CHARCO | COPA AMÉRICA | Cuartos de final
Columna
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Acostumbrados al adiós

Quizá el único consuelo que nos queda, tras la eliminación de Argentina de la Copa América en los penales está en conocer las dificultades y el tiempo que requiere organizar e imponer un sistema de juego ofensivo donde el dominio se genere a través de la posesión de la pelota. Más aún para un equipo en formación y con entrenador nuevo. Pero la sensación final fue que, durante el torneo, el tiempo se le fue echando encima a la selección sin que se percatara. Con poco poder de reacción ante los distintos problemas que evidenciaba la competencia.

Si bien los equipos se estructuran con el transcurso de la competición, y es allí donde muestran sus virtudes y defectos, este no es el único sitio donde ver determinados síntomas y preparar posibles soluciones. Entrenamientos y partidos amistosos deben ayudar a ganar tiempo.

Uruguay, sólido y organizado, tiene un fútbol austero y fácil de asimilar para jugadores que no se ven todos los días
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A Argentina tardó 180 minutos y sendos empates, por ejemplo, en corregir algunas incompatibilidades de base. No es suficiente una posesión prolija sin velocidad en la circulación o sin profundidad en el juego. No es suficiente tener a Messi si no se lo apoya y se le generan los espacios necesarios. En el tercer partido, con la obligación de ganar frente a Costa Rica, llegaron los cambios y surtieron el efecto deseado. Higuaín preocupó a los centrales rivales y alargó la cancha. Di María percutió por banda. Gago le dio ritmo a la circulación y apoyos a Messi y este último asumió total libertad de movimiento. Argentina ganó y jugó bien, pero el triunfo se puso en duda por la entidad del rival, que presentó una selección juvenil apenas reforzada.

Ya en cuartos de final y contra Uruguay, un equipo sólido y organizado desde hace tiempo y que desarrolla un futbol serio, austero y más fácil de asimilar para futbolistas que no se ven las caras todos los días, Argentina debía reafirmar las buenas sensaciones dejadas contra Costa Rica. El partido no pudo empezar peor. No solo por el gol tempranero sino también por la impotencia de que llegara por el sitio más predecible: una pelota parada lanzada por Forlán y una antigua jugada preparada.

Reaccionó rápido Argentina. Igualó el partido con una genialidad de Messi que colocó un centro milimétrico en la cabeza de Higuaín. Luego empezó a imponerse en el juego aprovechando la capacidad de Gago para mover el balón, la movilidad de Di María y el talento de Agüero y del propio Messi. A los 38 minutos, con la expulsión de Pérez, el camino a las semifinales parecía allanarse para la albiceleste.

Sin embargo, reaparecieron los mismos problemas a la hora de profundizar. La única ventaja que se tiene en fútbol es aquella que se plasma en el marcador y Argentina no supo aprovechar los 50 minutos que jugo 11 contra 10. A los laterales sin características ofensivas se sumaban las dificultades de Zanetti y Agüero, con el perfil cambiado. Cuando Messi dejaba la banda el equipo quedaba sin profundidad por la derecha y no conseguía, así, tomar posiciones por el centro y cercanas al área. Messi es un fuera de serie pero todavía no se ha visto el futbolista que pueda tirar el centro y luego ir a rematarlo.

Ni Agüero pasó nunca a la derecha ni Di María intentó abrirse totalmente a la izquierda. Opciones que se antojaban viables para romper por los costados y liberar a Messi frente al arco, aprovechando el hombre de más.

Cuando los cambios llegaron, ya entrada la recta final, las intenciones eran otras: con Pastore por Di María y Tévez por Agüero la selección alambró sus bandas y centralizó aun más su juego. No supo Argentina imponer las condiciones tácticas ni la mentalidad necesaria para aprovechar su oportunidad. Con la expulsión de Mascherano sobre el final del partido, Batista debió encarar la prolongación asumiendo los riesgos de sus decisiones: jugar 30 minutos con una posesión centralizada contra un equipo contragolpeador.

En la prórroga Tabárez mostró su manejo de los tiempos. Reservó dos cambios para cerrar el partido: Gargano y Eguren por Arévalo Ríos y Pereyra, agotados.

Y Argentina se entregó a la lotería.

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