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"Fue una casualidad"

El vencedor, antiguo escudero de los hermanos Schleck, atribuye su triunfo al "último relevo"

Era una alfombra roja, elegante, ancha, con toda la mar detrás. Desde allí partían los ciclistas en la Playa de Poniente de un Benidorm abarrotado. Todo normal, pero algo ocurría debajo de aquella alfombra, o donde acababa y comenzaba el asfalto puro y duro, ya sin oropeles. Salió el Radioshack, a eso de las 17.40h y ¡zas!, nada más pillar el asfalto, el esloveno Brajkovic, el líder del equipo, que se queda enganchado, mientras un compañero le mira, duda, le espera, un mecánico salta a escena y recoloca la cadena, que se decía antiguamente. Mala suerte. No pasa nada, engancha enseguida con la tropa y todo olvidado. Media hora después, a un ciclista del Saxo Bank le ocurre lo mismo: tras el empujón de la pronunciada rampa, se queda también enganchado y después al italiano Marzano del Lampre le sorprende un pinchazo, el primer pinchazo de la Vuelta, con apenas cinco metros recorridos. Eso es un récord y lo demás tonterías. Probablemente nunca nadie haya sufrido un pinchazo tan urgente. ¡Maldita rampa!, debió pensar Marzano, sin creerse que era el premio a la desgracia.

¿O no?, porque Nick Nuyens, del Saxo Bank, corrió peor suerte al salirse de la carretera y caerse en la cuneta, con los consiguientes arañazos en los codos y el daño psicológico de lo que no empieza bien. David Blanco, del Geox de Menchov y Sastre, tampoco tuvo fortuna en una curva pronunciada con cambio de sentido que le llevó a probar el asfalto caliente de la avenida. Nunca se sabe dónde está el riesgo: ¿en la rampa, en la revuelta, bajo la alfombra...?

Con un plato de 54 o 55, elegido por todos los corredores, el trazado tenía dos maneras: una en pequeñas cuestas y revueltas, otra en liso, como el mar en calma. Trazado técnico lo llaman, tan técnico que el propio Fuglsang aseguraba en la meta que su liderato, más que una concesión "fue fruto del último relevo". "Me tocó hacerlo a mí y entré en la meta el primero. Una casualidad".

Otros estaban más contrariados. Denis Menchov, que había asegurado en los días previos que se veía con capacidad para ganar la Vuelta, se mostraba ayer contrariado: "Ha sido un mal día", decía el tímido ciclista ruso. Fueron muchos segundos en una disciplina que él domina, aunque aquí forma parte de un equipo y no basta con su aplicación particular.

Nibali fue el afortunado de la tarde: le metió 24 segundos a Igor Antón, 21 a Joaquim Rodríguez y 28 a Scarponi. No está mal para empezar. Sin embargo, Fuglsang no se aviene a la diplomacia: "Ganar la Vuelta..., ¿por qué no?"

El antiguo escudero de los hermanos Schleck sabe lo que es sufrir y enfrentarse a las duras rampas de las carreras. Nacido en Suiza, de nacionalidad danesa, es un ciclista rocoso. ¿Quizás un outsider?, ¿un imprevisto?

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