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Las 'raves', veteranas e intermitentes

Las raves son fiestas sin licencia, ligadas a la música de baile más dura y a público muy joven, que se celebran en cualquier parte fuera de una discoteca. Recintos industriales abandonados, ermitas perdidas, las cercanías de una playa y hasta los bajos de puentes: cualquier lugar vale si se tiene un generador para que las posibles luces y el obligatorio equipo de sonido puedan funcionar.

A finales de los años ochenta del pasado siglo, impactados por el ambiente musical de Ibiza, una serie de disc jockeys británicos trasladaron a su país, subiendo muchísimo el tono, lo que habían sentido en la isla española. Escenarios montados en espacios ilegales que congregaban a miles de jóvenes. La droga del momento era el éxtasis. A España, las raves llegaron mucho después, convertidas en algo menos masivo, pero consistente. Desde la segunda mitad de los noventa, con cadencia irregular, no dejan de celebrarse, principalmente en verano, Nochevieja y días festivos de puente. Es decir, en situaciones que se salgan de lo más habitual. En Cataluña y Valencia se han celebrado fiestas de este tipo con miles de personas. Pero es mucho más habitual que reúnan a cientos o a docenas.

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Los convocantes suelen ser colectivos más o menos al margen de lo establecido. Aunque a veces se celebran en Madrid raves en las que se paga en la supuesta puerta, lo normal en España no es eso. Sí lo es que se pueda comprar en ellas cervezas y calimocho muy baratos, y también que uno se pueda llevar la bebida. Las convocatorias se realizan a través de Internet, foros especiales y redes sociales, aunque también se usan el SMS y carteles en locales determinados -escritos en un lenguaje para iniciados-.

El consumo de drogas en raves conjuga lo usual -MDMA, cocaína, porros- con algo más ligado a un ambiente menos discotequero. De ahí la ketamina -derivado anestésico-, las setas alucinógenas, drogas químicas poco ortodoxas -Nexus- y, eventualmente, todo tipo de experimentos teóricamente naturales para ampliar la percepción. Plantas alucinógenas como el beleño o el estramonio son habituales en foros de Internet dedicados a los psicotrópicos. Son extremadamente peligrosas y en la Red se dan pistas sobre cómo conseguirlas, aunque se suele advertir de su riesgo. Hace unos años, un derivado de estramonio llevó al hospital a cinco jóvenes en Valencia.

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