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Reportaje:ATLETISMO

Figuras en la gris Daegu

Bolt y el desafío de Pistorius iluminarán el comienzo de los Mundiales de las ausencias

Carlos Arribas

Gris como el cielo de Daegu, tan húmeda que ni siquiera una operación motivacional-comercial tan bien armada como la participación del amputado Oscar Pistorius y sus cuchillas en los 400 metros junto a 43 atletas de cuerpo entero ha podido despejar, es la perspectiva de los últimos Mundiales de atletismo, antes de los Juegos Olímpicos de Londres, que comienzan hoy en una ciudad perdida en Corea del Sur, donde en las vísperas se ha recordado más a los ausentes que alabado a los presentes.

Estará Usain Bolt, por supuesto -empiezan hoy sus series (14.45, hora peninsular española)-, pero como si estuviera su doble, pues el fenómeno jamaicano ya ha advertido de que le duelen la espalda y las articulaciones, que no sale como le gustaría, que nadie espere récords, sino victorias más o menos apañaditas en los 100 metros -este año, en su mejor carrera, se quedó a tres décimas de su récord, 9,58s- y en los 200, que los ha corrido en 19,86s, casi siete décimas más lento que su plusmarca, 19,19s, pero, aun así, nadie ha corrido más veloz que él.

El fenómeno jamaicano ya ha dicho que le duele la espalda y que nadie espere récords
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Bolt enseña los dientes

Un Bolt sin récords, como se sabe, es medio Bolt. "Quiero ser una leyenda", repite en las ruedas de prensa organizadas por Puma, "y para serlo debo repetir aquí el doblete victorioso de los Mundiales de Berlín y el año que viene, en Londres, el de de los Juegos de Pekín". Sin embargo, en ambas citas pasadas, lo que convirtió a Bolt en el atleta más rompedor de la historia, aparte de su pose, su dancehall, su marcha, fue el peso de sus marcas, el que diera a sus cuatro victorias el valor añadido de conseguirlas batiendo de paso las cuatro veces los récords mundiales.

También estará un fabuloso joven de Granada, la isla caribeña que antaño fuera invadida por Estados Unidos, al que apresuradamente y quizás exageradamente se ha bautizado como el nuevo Bolt. Se llama Kirani James, tiene 18 años y unas piernas interminables, como se dice de algunas modelos femeninas, y corre los 400 metros ligero como el viento y elegante. Un diamante de futuro sepultado por el efecto Pistorius -el atleta sin tibias, sustituidas por dos afiladas y elásticas cuchillas de fibra de carbono con las que ha llegado hasta los 45,07s, recibió ayer el apoyo manifiesto de Michael Johnson, el plusmarquista de la distancia- y también porque su mejor marca (44,61s) solo le habría permitido ganar en dos de los 12 Mundiales disputados y porque sus posibilidades reales en Daegu se multiplican porque de los dos atletas en activo que han bajado de los 44s uno está lesionado, Jeremy Wariner, y otro, LaShawn Merrit, regresa lento tras una sanción por dopaje.

También regresa tras dos años parado por las lesiones -su última carrera fue el cross de Edimburgo, en enero de 2010- Kenenisa Bekele, el rey de los 10.000 metros, triple campeón olímpico y cuádruple mundial, quien parece condenado a perder la imbatibilidad a pies de Mo Farah, el británico nacido somalí que ha alcanzado la excelencia entrenado en Oregón por el norteamericano nacido cubano Alberto Salazar y que también aspira a la victoria en los 5.000 frente a su viejo rival Bernard Lagat.

La californiana Allyson Felix, triple campeona de los 200, intentará la hazaña de doblar con el 400, con todo el esfuerzo que eso significa, para convertirse en la reina de Daegu -también correrá los dos relevos, por lo que podría llegar hasta los cuatro oros.

Pero el plato que más degustarán los sibaritas será el de los 110 metros vallas, en los que por primera vez se verán las caras los tres mejores de la historia: Dayron Robles, el plusmarquista mundial; Liu Xiang, que vuelve, y David Oliver. Han corrido respectivamente en 12,87s, 12,88s y 12,89s. Sí, solo dos centésimas los separan y los unen.

España, con un atletismo de supervivencia en el que el relevo se produce con cuentagotas, acude con 44 atletas, el equipo más pequeño desde Stuttgart 1993, y bajo el eslogan ¡Cuidado con Manolo!, en referencia a Olmedo, el sevillano de los 1.500 metros, tan rápido como demuestra su 1m 44,56s en los 800 este verano y casi tan ambicioso. Junto a él destacan la fuerza colectiva del 800 sevillano -Kevin, Reina y Marco-, que verán de cerca al fenómeno Rudisha; el 5.000 de España, la marcha permanente, la renovación de los obstáculos, el sueño de los discóbolos, Pestano y Casañas, acrecentado por la lesión del favorito, Harting; los saltos de Beitia y el 1.500 de Natalia Rodríguez, la ganadora moral en Berlín, mientras Nuria Fernández, tocada en un menisco, correrá infiltrada.

Usain Bolt, tras su conferencia  de prensa de ayer en Daegu.
Usain Bolt, tras su conferencia de prensa de ayer en Daegu.MATT DUNHAM (AP)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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