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Una pista central sin techo se ahoga en el agua

En los últimos tres años, la final del Abierto de Estados Unidos ha sido retrasada del domingo al lunes por la lluvia. Ayer, también por el aguacero, la jornada fue suspendida en su totalidad, sin que se disputara ni un solo minuto de tenis, lo que obligará a la organización a devolver a los aficionados el total del coste de sus entradas.

Es el último esperpento del grande neoyorquino: pese a que su pista central es la más nueva de los cuatro torneos del Grand Slam (1997), a partir de 2016, cuando se reformará la de Roland Garros en París, será la única sin un techo retráctil que permita sortear las inclemencias del tiempo.

La cancha Arthur Ashe costó unos 200 millones de euros. Por la mitad, unos 100 millones, Wimbledon cubrió su vetusta central en el siglo XXI. La organización estadounidense alega problemas estructurales, tan altas están las torres de focos que iluminan las pistas, tan pronunciados son sus pilares, para seguir ese ejemplo.

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Eso genera situaciones sorprendentes. Hoy, el torneo intentará poner tres partidos con cuatro grandes estrellas al mismo tiempo: Rafael Nadal-Gilles Müller, Andy Roddick-David Ferrer y Andy Murray-Donald Young. Se les espera a las 11.00 (las 17.00 en la España peninsular). Dos cosas atraerán a los curiosos: saber si llueve y ver cómo el agua y las otras estrellas desplazan a Roddick de la central por primera vez desde 2002.

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