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9 d'Octubre

Una procesión cívica sin la tensión del 'caso Gürtel'

Sara Velert

La senyera paseó ayer tranquila por las calles de Valencia, arropada por los aplausos de miles de personas y los pitos habituales de grupos anticatalanistas en algún tramo, pero sin la tensión que en los últimos dos años aportaban pancartas alusivas al caso Gürtel y los gritos aislados contra el expresidente Francisco Camps, que tampoco acudió a la procesión cívica del 9 d'Octubre. El nuevo jefe del Consell, Alberto Fabra, tomó el relevo en la comitiva de autoridades, aunque algún asistente despistado se sorprendió: "¡Anda, pues no va Camps!".

En las filas del PP se notaba la relajación, ya no había prisa por hacer el recorrido del acto como en los momentos en que arreciaban las críticas por el escándalo Gürtel. Incluso se respiraba euforia ante la perspectiva de poder ganar las próximas elecciones generales. El vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, no se privó de hacer repetidamente el signo de la victoria para responder a los saludos del público. Hace dos años, también el 9 d'Octubre, insistía en que había que afrontar el escándalo Gürtel. "La fiesta se acaba a las cuatro de la tarde", dijo entonces ante la inminente destitución de Ricardo Costa de la Secretaría General del PP valenciano.

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La procesión arrancó puntual a las 12.00, con el concejal popular de Valencia Francisco Lledó como responsable de portar la senyera -asta y bandera pesan en total casi 20 kilos-, seguido de la comitiva formada por Fabra; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; el presidente de las Cortes, Juan Cotino; la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Ana Botella, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Pilar de la Oliva, miembros del Consell y del Ayuntamiento, y representantes del Ejército y de entidades civiles.

Superado el tramo de la plaza del Ayuntamiento, en el que los grupos catalanistas silban cada año a los políticos mientras el resto del público aplaude con más fuerza para contrarrestar la protesta, la comitiva se dirigió a la catedral para el Te Deum. Concejales de izquierda como los portavoces de Compromís, Joan Ribó, y de Esquerra Unida, Amadeu Sanchis, se quedaron a las puertas del templo como muestra de su rechazo a que se mezcle el acto cívico con la religión y con un credo concreto. Dentro, el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, destacaba precisamente que "la historia de la Comunidad Valenciana no sería la misma si Jaume I no hubiese devuelto la cristiandad a estas tierras".

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La comitiva, precedida por una banda de música, enfiló por la calle de la Paz hacia la plaza de Alfons El Magnànim entre vítores a la senyera y algunos piropos a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que no se despegó de Fabra, y al actor Toni Cantó, candidato a las elecciones generales por Unión Progreso y Democracia.

Alejados por la policía de la comitiva oficial, integrantes del Grup d'Acció Valencianista (GAV) intentaban hacerse notar con pitos y silbidos. "Yo no vengo por cuestiones políticas, sino por la tradición. Aquí se mezclan mucho las cosas", comentó Marcos García, de 25 años, en primera fila apoyado en una de las vallas del recorrido. "Estoy aquí porque soy valenciano", destacaba por su parte Jaime, ya jubilado, que no concedía importancia a que este año fuera otro el presidente de la Generalitat en la comitiva. A Cristina Muñoz, de 40 años y con uno de sus hijos en brazos, tampoco le importaba: "Yo vengo para verlo todo, la procesión me gusta, y este año también está Toni Cantó".

Las notas del himno valenciano en la ofrenda de la corona de laureles ante la estatua de Jaume I en el Parterre silenciaron algunos gritos de "¡Senyera, senyera, única bandera!" de un grupo de asistentes. Pero mientras la procesión se encaminaba hacia el Ayuntamiento, donde el acto culminó con una mascletà, en la cola de la marcha la ultraderechista España 2000 ralentizaba el paso a propósito para enfado de los que venían detrás, como el GAV y la representación del Bloc y Compromís. La policía intervino para dispersar a los ultras, aunque no se produjeron incidentes.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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