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Modelo a seguir, ¿el FIS argelino o el AKP turco?

La victoria de En Nahda es la tercera de una formación islamista en un país árabe en el que se han celebrado elecciones calificadas por la comunidad internacional de limpias y transparentes. En Jordania, en Marruecos o en el Egipto de Hosni Mubarak, donde competían partidos islamistas en las legislativas, su participación estaba de antemano cercenada o se falseaban los resultados.

Los islamistas del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD) rara vez han podido concurrir en Marruecos en todas las circunscripciones electorales cuyo trazado estaba hasta ahora diseñado para perjudicarles. Prueba de ello es que con más votos que el Istiqlal, primera fuerza parlamentaria, obtuvieron en 2007 menos escaños. En cuanto al otro gran movimiento islamista, Justicia y Espiritualidad, ni siquiera puede presentar candidaturas.

Si se deja de lado Líbano, donde la minoría cristiana ostenta buena parte del poder político, la primera elección democrática árabe tuvo lugar en Argelia, en diciembre de 1991, pero cuando quedó claro que el Frente Islámico de Salvación (FIS) iba a ganar por mayoría absoluta, el sistema electoral le resultaba ventajoso, en una segunda vuelta, esta no llegó a celebrarse. El Ejército la impidió con un golpe de Estado.

El FIS inquietaba no solo por sus discursos, sino por sus iniciativas. En el poco tiempo que, en los años noventa, gobernó Ayuntamientos en Argelia, el FIS empezó a segregar en sus dependencias a hombres y mujeres y quería que viajaran separados también en el transporte público.

La segunda elección, muy vigilada por la comunidad internacional, se desarrolló en Cisjordania y Gaza en enero de 2006. Los islamistas de Hamás derrotaron a Fatah, y la UE y EE UU les pidieron de inmediato que reconocieran a Israel. Rehusaron hacerlo y Occidente se olvidó de la legitimidad democrática de Hamás y les sancionó: cortó la ayuda financiera a la Autoridad Palestina. Estalló además la guerra entre vencedores y vencidos del bando palestino. Hamás gobierna ahora solo en Gaza y Fatah en Cisjordania.

En Túnez no hay unas Fuerzas Armadas dispuestas a abortar el proceso y cabe esperar que esta vez europeos y norteamericanos respetaran la opción escogida por el pueblo tunecino, que deberá ser revalidada como muy tarde dentro de un año, cuando se celebren las primeras legislativas. Las del domingo sirvieron para elegir una Asamblea Constituyente y, de paso, determinar el peso de cada partido.

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Queda por ver ahora si, como dice En Nahda, han aprendido la lección de los errores del radicalismo de antaño. Su programa electoral es aceptable, como también lo son los discursos que sus dirigentes hacen en público en los que prometen preservar el acervo laico y respetuoso de la mujer heredado de los tiempos de Habib Burguiba, fundador del Túnez independiente.

Su modelo, insisten hasta la saciedad, es el de los islamistas turcos del AKP, que gobiernan ininterrumpidamente desde 2002. Se sabrá en breve si son sinceros o si esconden sus verdaderas intenciones, como sostienen sus detractores.

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