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Tahrir: un herido cada 30 segundos

Enric González

Un herido cada 30 segundos. Ese era el ritmo ayer por la mañana, contado reloj en mano. Algunos llegaban en ambulancias, otros a bordo de pequeñas motocicletas chinas Dayun: conductor, herido y acompañante, abriéndose camino entre la multitud. Había tres hospitales de campaña en la plaza de Tahrir y numerosas zonas donde quienes ya habían recibido curas eran tendidos sobre mantas. Un médico comentó que el material más usado eran bombonas de oxígeno para las asfixias, pomadas para las quemaduras, vendas para las fracturas y analgésicos.

Pese a la abundancia de heridos en el flanco occidental de Tahrir, el resto de la plaza y el espacio que se extiende hasta el Museo Egipcio mostraban un aspecto casi ferial. Decenas de tenderetes ofrecían comida, té, tabaco, ropa, refrescos, banderitas y los dos productos estelares de la temporada: mascarillas quirúrgicas y máscaras antigás de tipo industrial. Uno de los comerciantes vendió 120 máscaras en menos de una hora.

Muchos de los manifestantes que acudían al "frente", el tramo de la calle de Mohamed Mahmud donde se libraba una batalla continua en la que ambos bandos realizaban relevos constantes, llevaban máscaras de buceo para protegerse los ojos.

El gas que utiliza estos días la policía egipcia no merece, sin embargo, la denominación de "gas lacrimógeno": aunque irrita los ojos, afecta especialmente a la garganta y los pulmones, causando de forma inmediata síntomas de asfixia. La policía asegura que es el mismo gas estadounidense utilizado en enero y febrero. La experiencia de quien lo sufre indica lo contrario.

Altos oficiales del Ejército y clérigos musulmanes intentaron establecer una tregua a media tarde, y durante aproximadamente una hora una barrera de soldados separó con éxito a policías y manifestantes, pero luego se reanudaron los enfrentamientos.

Entrada la noche, la plaza de Tahrir permanecía tomada por una multitud y junto a ella, en los alrededores del edificio que sirve de sede al Ministerio del Interior, proseguía la violencia.

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