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Europa convulsa

El PS francés rechaza el control del presupuesto

Hollande critica el pacto con Berlín por muy austero e insolidario

La complacencia del Elíseo por el acuerdo franco-alemán para reformar la eurozona, visible en la radiante puesta en escena de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy al presentar el pacto el lunes, chocó ayer con una realidad doméstica bastante menos halagüeña. Dejando aparte el triunfalismo del Ejecutivo y su prensa afín, que felicitaron al jefe del Estado por forjar "un acuerdo excepcional", la oposición y los medios más ecuánimes recibieron el pacto París-Berlín con un tono meno glorioso. Y recordando un dato que podría bloquear la reforma o incluso hacerla fracasar: Sarkozy no tiene los votos para aprobar la regla de oro, que es la base del nuevo pacto fiscal.

La intrahistoria del acuerdo que discutirá el fin de semana el Consejo Europeo en Bruselas cuenta que Sarkozy ya había recibido la nota de Standard & Poor's que amenaza con rebajar las calificaciones de deuda a 15 países europeos cuando Merkel llegó a almorzar al Elíseo. Según reveló Le Monde, "el presidente le dijo a la canciller, que degustaba unas coles, que a su juicio, también Alemania iba a ser amenazada de degradación". Minutos más tarde, un telefonazo desde Berlín confirmaba la noticia a Merkel. Como la zona euro, su país estaba "bajo vigilancia".

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Ya no había elección. A la presión ejercida por Washington, Londres, los mercados, el FMI e incluso el BCE, se sumaba la de la temida agencia: si el Consejo de Bruselas no pone orden, todos degradados. Y adiós reelección. Media hora después, Sarkozy y Merkel anuncian a la prensa un principio de acuerdo con pocos pero cruciales detalles.

La buena noticia para la exasperada Europa es que ambos logran y ceden. Merkel obtiene el endurecimiento de las reglas fiscales a largo plazo y un mayor rigor colectivo con sanciones (casi) automáticas gracias a algunas (leves) cesiones de soberanía por parte de Sarkozy. A cambio, Merkel permite por fin que este, más apremiado por la mayor cercanía de sus presidenciales, enviar a los mercados algunos mensajes largamente esperados: los bancos no pagarán posibles rescates, "jamás" volverá a haber quitas como en el caso griego, y el Mecanismo de Estabilidad funcionará desde 2012 y decidirá por mayoría del 85%, lo que impedirá a los países pequeños vetar acuerdos.

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Las prisas por anunciar el entendimiento a la prensa dejan en el aire, sin embargo, no pocas paradojas, flecos y trampas que a París y Berlín les puede costar caro cuadrar. Los socialistas franceses subrayaron ayer la mayor de las ironías: Sarkozy promueve en Europa más disciplina presupuestaria, pero no tiene los votos necesarios para aprobar la regla de oro del déficit en su propia casa.

En efecto, según las líneas maestras del pacto, el nuevo tratado, muy probablemente a 17, debe estar listo en marzo de 2012, y obligará a los países del euro a no incurrir en déficits superiores al 3% (sin especificar qué pasará con el límite de la deuda, quizá porque la de Alemania y Francia roza el 85% del PIB), y previa inclusión en las Constituciones de "una regla de oro armonizada y reforzada".

François Hollande, máximo favorito para suceder a Sarkozy, descalificó ayer la solución urdida por los dos jefes conservadores como "una mera ilusión". "No se puede proponer un nuevo tratado que solo incluye reglas de control presupuestario", dijo. "Si no hay otra cosa que austeridad, no habrá forma de que salga adelante", anticipó.

Para incluir la regla de oro en la Constitución, Sarkozy necesita el apoyo de al menos 3/5 del Congreso (Asamblea y Senado), cifra aún más inalcanzable tras haber perdido la mayoría en la Cámara baja en septiembre. Esa realidad impepinable fue contestada con una caída de hombros por el propio Sarkozy durante la conferencia de prensa con Merkel: "Cuando se presente el problema, ya veremos cómo lo resolvemos", afirmó, antes de invitar al PS a votar la regla como los alemanes. Lo que no dijo es que la norma votada por el SPD es diferente porque se empieza a aplicar en 2016 y no inmediatamente.

Ayer, el ministro de Economía, François Baroin, apeló a la unidad nacional para aprobar la regla antes de las presidenciales. Pero el Elíseo sabe que es imposible. De momento, Merkel ha concedido al candidato Sarkozy una salida airosa y unos meses de gracia.

Nicolas Sarkozy se despide de Angela Merkel tras la reunión del lunes en el Elíseo.
Nicolas Sarkozy se despide de Angela Merkel tras la reunión del lunes en el Elíseo.IAN LANGSDON (EFE)

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